viernes, enero 30, 2009

De visita

Estoy en el DF. A través de las ventanas y a lo lejos oigo sirenas que son talvez de algúna patrulla. Pasa un helicoptero. Hay gente hablando y riendo en la calle.

Nunca había venido al DF en plan de turista. Mi guía turística tuvo que trabajar hoy y me dejó una copia de las llaves de su casa.

Estuve por horas pensando que debería de salir a ver algo de la ciudad, pero los pinshis prejuicios de lo peligroso que es la ciudad me hacían dudar.

El hambre me convenció aunque estuve haciendo tiempo quitándole pelusitas de las toallas a mi cepillo del pelo.

Al fin me decidí y, con la dirección y teléfonos de mi hospedante, me arrojé valientemente a la ciudad.

Comí en La Casa de las Enchiladas. Escogi la combinación de tortillas azules con queso manchego, salsa verde y crema. Y una cerveza oscura que no se encuentra en el norte.

Me dio sueño. La cerveza es la culpable.

Ya estoy aqui en la casa, esperando ...

Me tienen prometido la opera en Bellas Artes y el camioncito mejor conocido como Touribus y David el cuenta cuentos.

lunes, enero 26, 2009

Mis llaves

Firmé y cuando terminamos, le entregué la llave.

Él salió mientras yo me quedaba atrás recogiendo papeles, la nochebuena minúscula en su macetita igual de chiquita, la bufanda que había olvidado en el fondo del cajón y mi bolsa.

Puse el seguro a la puerta y me gustó oír el portazo cuando la cerré. Por última vez.

Después me quedé viendo todo, despacio y con mucha calma, respirando lenta y profundamente, oliendo el verde, el café y el azul del campo, las montañas y el cielo. Cerré los ojos y con atención escuché los sonidos del aire y de los animales a lo lejos en su trajín diario. Sentí el viento fresco y el sol caliente en mi cara.

Fue mi último día en el trabajo.

Las despedidas no se me dan muy bien. Lloré, porque siempre lloro. Me duele cuando me empiezo a desprender de gente, lugares y rutinas. Dejan de ser para convertirse en recuerdos y el inicio de esa transformación no pasa desapercibido para mi corazón.

Veintitrés horas después, fue al revés.

Pasé despacio los ojos bien abiertos por cada esquina, rincón, repisa y pared, asegurándome de no dejar algo atrás y despidiéndome del lugar, con sus anchas paredes de adobe pintadas de blanco, su piso rojo y su cocina de azulejos rojos y azules, que habité con comodidad y contento por ocho meses.

Cerré la puerta y entregué las llaves.

No volví la vista atrás.

Me gusta ver hacia adelante.

viernes, enero 23, 2009

En las nubes y empacando

Estoy en proceso de vender mis muebles y todo lo que pueda y empacar el resto. Es una lata. Por más que lo trato de hacer con gusto y pensar que es emocionante, me nefastea.

Aunque si me da gusto estarme quitando cosas... liberandome de cosas materiales. a veces siento que me ahogan aqui en este departamentito. Algnas personas dicen que se ve todo muy acogedor y yo pienso que no quieren decir amontonado. Sofocante.

Antier que acomodaba mi botiquín de emergencias médicas (que en realidad no he tenido ninguna), encontré algo que había perdido hace casi un año, en un lugar muy muy lejano (y al que voy a volver).

Un amigo partía a Alemania a encontrarse con su novia alemana y quería regalarme su pipapafumarmaría y lo que le había quedado de hierbita en su bolsita de cierre hermético y toda la cosa. Yo por no rechazar un regalo, lo acepté.

Luego la guardé en un lugar donde nadie la podría encontrar (la mamá de una amiga iba a limpiar mi casa de vez en cuando y me daba cosa que fuera ella quien lo viera). Y lo olvidé. Olvidé dónde la había guardado, pues. La busqué muchas veces y no apareció la maldita bolsita.

Cuando mi mamá fue a Ensenada a ayudarme con la mudanza, me preocupó que la fuera a encontrar. Pero no sucedió. Me imaginaba que en realidad la había tirado a la basura o... me la habría fumado? Me dejé de preocupar por esa bolsita y la olvidé.

Hasta antier que la encontré. En una cajita de pastillitas de paracetamol. Pinshi cabeza la mia. Muy buen escondite, tan bueno, que ni yo la encontraba.

Pensé que estaría muy vieja y la iba a tirar pero...

Estaba añejadita nomás.

Cómo me reí, carajo.

lunes, enero 19, 2009

Qué lástima pero adios

El sábado pasado renuncié a mi trabajo.

Dicen que es algo que uno debe de hacer una vez en la vida, al menos.

Imagino que eso es para tener la experiencia, sentir que tienes el poder de decidir, de escoger. Sentir esa extraña presión justo en el centro del pecho, cómo se acelera el corazón y la sangre va dejando estrellitas picosas a lo largo de las extremidades del cuerpo.

Al menos, eso sentí yo, y me da harto gusto el poder haber renunciado.

Ahora estoy arreglando todos los documentos y archivos, tratando de dejar en orden las cosas por si alguien viene a ocupar mi lugar.

Y es que me ha salido una oportunidad que creo (y espero con todo mi corazón) es mejor. Mejor para mi vida actual y futura en lo profesional, económico y personal.

Por tener que dejar esto y empezar una vez más

Siento miedo.
Siento emoción.
Siento nostalgia.
Siento esperanza.
Siento nervio.
Siento alegría.
Siento cosquillas.
Siento inseguridad.
Siento tristeza.

Me retumban las cosas por dentro. Tantas cosas. Nuevas cosas, viejas también. Conocidas.

Una aventurita más.

Como las que me gustan tanto.

viernes, enero 09, 2009

Cinturón para la seguridad

Hoy hubiera hecho uno de los ridículos más ridículos de mi vida. Graciasadiosyatodoslossantos, no lo hice por el simple hecho de haber estado sola. Creo.

El problema empieza de mucho tiempo atrás, cuando me compré un cinto cuya hebillita me saca ronchas alrededor del ombligo. Es que claro, me siento y se me derrama la barriga por encima y siendo yo tan fina, sólo ciertos tipos de metales (como el oro, el oro yel oro) son compatibles con mi piel. Y a mi eso de ir de compras, aunque sea namás por un cinto, me provoca nauseas.

El caso es que no estoy bien segura de qué es lo que pasa, si compré los pantalones muy grandes o si he extraviado uno que otro kilo por allí, pero se me caen. Y se me caen. Y se me caen.

Ahora que hago memoria, me veo claramente caminando por el rancho y jalandome constantemente los pantalones para arriba. También mi querida señora mamá-caracol hizo algún comentario caritativo sobre lo lamentable de la vista trasera-bajo-la-cintura que doy con los pantalones haciendo "caldo", como si trajera un pañal.

Pero a mi poco me importa lo que se me ve o no y tampoco andar haciendo un esfuerzo extra por mantener los pantalones arriba de las caderas... hasta ahora.

Iba yo caminando por el rancho con una caja llena de ollas, tapas de ollas, recipientes varios y botellas. De pronto, me di cuenta que no era mi imaginación, sino que, efectivamente, los pantalones se me estaban cayendo. La imagen de mi cinto de hebillasacaronchas cruzó fugazmente por mi cabeza. Recuerdo, con claridad, haber acelerado el paso, con urgencia, para entrar a la caballeriza.

Con los brazos llenos, usé la cadera para cerrar la puerta y en eso...

Los jeans hasta por debajo de las rodillas.

Dos pasos más antes de llegar a la puerta y por lo menos una persona hubiera visto mi ropa interior azul con el Come Galletas de Plaza Sésamo atravesando mis nalgas.

Bueno. Ya entendí. Para mañana, o embarro la hebilla de un esmalte para uñas transparente... o me amarro un mecate a la cintura. En lo que compro un cinto nuevo, pues.

domingo, enero 04, 2009

feliz año nuevo for me, for you

He estado muy emocionada por terminar el año y empezar uno nuevo.

El balance queda en muchas cosas nuevas y buenas que pasé y me pasaron, y muchas malas que me pasaron pero que a su paso me dejaron muy buenos aprendizajes.

Lo principal y que vale la pena mencionar es que me encanta co... bueno, mejor paso al segundo principal (que por ser segundo deja de ser principal pero no por eso deja de ser muy significativo): aprendí la importancia de tener una buena actitud. Ser positiva sin dejar de ser realista.

Gualá.

También me he hecho propósitos y he pedido deseos. En la cena de fin de año con mis amigos, mi amiga Anacleta (por poner un nombre fistizio), nos repartió una hojita para escribirlos y así no batallar en pensarlos mientras nos atragantábamos con las uvas.

Después de pelear por una pluma, que había pocas en existencia en el momento, escribí 12 deseos, uno por cada uva, y otros tantos propósitos, que escribo a continuación:

1. Ir a España.
2. Subir y bajar diario el cerro en el rancho.
3. Comer más lechuga y menos queso.
4. Hacer el blog Verde.
5. Pagar mi deudas.
6. Llamar más a mi hermana Lisporina (por poner otro nombre fistizio).
7. Armar un rompecabezas de 5,000 piezas (para practicar la paciencia y la perseverancia) (si alguien me lo quiere regalar, lo agradeceré (que no hice propósitos de tener iniciativa para desarrollar virtudes propuestas)).
8. Dormir 8 horas diarias, mínimo.
9. Luchar en mi capacidad de ciudadana contra los males que aflijen al país, mi país.
10. Echarle ganas a las traducciones y hacer que mi maestro se decepcione menos, carajo.
11. Cocinar mínimo una vez a la semana.
12. Terminar mis sesiones de depilación con laser, que me encanta no tener pelos.

De deseos:

1. Ir a España.
2. Creerme esta cosa del amor y que es posible que me pase a mi (aunque olvidé usar chones rojos), querer y dejarme querer.
3. Conseguir un trabajo que me guste, me permita estar tranquila economicamente y poder ayudar a mi familia, y que me me de chance de hacer otras cosas que me gustan.
4. Salud y mucho amor para mi familia y amigos. Y para mi, obvio.
5. Liberarme de cosas materiales.
6. Marcar una diferencia, por chiquita que sea, en la condición lamentable de México, en todos sus aspectos.
7. Encontrar a alguien con quien hablar francés.
8. Mantener una buena actitud siempre.
9. Ser feliz con las cositas pequeñas.
10. Tener voluntad para bajarle al consumo de drogas (queso, cacahuates, tamarindos).
11. Ganarme la lotería (pronto empezaré a comprar boletitos).
12. Dar alegría a la gente con la que tengo contacto.


Me acordé de todo esto porque hoy me pusé los pantalones que traía en fin de año (y que no he lavado), y traía las hojitas muy dobladas y olvidadas en la bolsa de la nalga derecha.

Supongo que debí de haberme propuesto no olvidar los propósitos de año nuevo...