jueves, mayo 21, 2009

Desglaciada

Hoy hablé con mi posible asesor financiero. Creo que ya estoy en edad (casi 29 años) de superar el guardar mis bienes en el refri a algo más inteligente y productivo. Y seguro, sobre todo (aunque no sé si invertir en la bolsa sea muy seguro en estos tiempos).

También estoy pensando en sacar una tarjeta de crédito. Mis amigos me dicen que debo de empezar un historial crediticio. Me hablan y hablan del banco ofreciéndome una. Nunca he querido tener una por que pensar en deber algo me causa problema. Saber que tal vez en un mes no pueda pagar lo que debo por cualquier razón (como que me quede sin trabajo por que haga explotar el laboratorio, como que renuncie porque quiero irme a vivir a California sobre un Secuoya de 2000 años o porque me den ganas de ponerme a estudiar otra carrera y tenga que trabajar de plomera para subsistir). La única gran deuda que he tenido fue cuando compré el carro y lo pagué cuando lo vendí a los 7 meses.

Un amigo me decía hace unas semanas que para poder especializarme en algo para después ser independiente, tendría que trabajar en lo mismo unos 8 años (sin citar). ¿¿Ocho años en esto?? ¡¡¡Jesusjoseymaría!!!

Y cuando alguien me menciona si quiera la idea de vivir juntos, de casarnos, pasar el resto de nuestras vidas juntos… ¡¡¡pordiooooooooooossssssss!!!

Fondo de inversión.

Historial crediticio.

Matrimonio.

Especialista en viticultura (o cualquier cosa en la que me pueda convertir después de hacer lo mismo por un período de más de dos años).

Pensar en hacer cosas que repercutirán o definirán dónde estaré o cosas que tendré que hacer en el futuro, igual, día con día, semana tras semana, por mes, anualidades, aniversarios, portafolios con horizontes de 3 a 5 años (o como se diga), etcétera, etcétera y miles de más etcéteras… me da un poco de nauseas.

No tengo idea a que se debe. ¿Será miedo a adquirir compromisos a mediano y largo plazo y después no poder (o querer) cumplirlos?

O, ¿será que en realidad no tengo idea qué quiero, dónde lo quiero, con quién lo quiero, y para cuánto tiempo lo quiero?

¿Qué dice de mi esto? ¿Que soy una inmadura desubicada con traumas psicológicos causados en mi infancia y que han venido a repercutir en mi vida adulta por un desglaciamiento de mi personalidad (algo parecido a esta frase fue hecha muy popular por una de mis mejores amigas en su etapa de estudiante, cuando llevó una materia de psicología infantil… o algo así)?

¿Estoy tan mal? ¿Tengo arreglo? ¿Necesito arreglo?

viernes, mayo 08, 2009

Lectura no recomendable para gente con susceptibilidad insectil

Los insectos siempre me han encantado… esta bien, las moscas ni tantito (aunque para algo sirven, eso lo sé).

Cuando estaba en la universidad llevé una clase de entomología (estudio de insectos) y la disfruté como probablemente las abejas disfrutan de miles de flores diferentes en la primavera (iba a decir algo así como “como probablemente los cucarachos disfrutan de los botes de basura detrás de un restaurante”, pero me contuve para no ser asquerosa).

El trabajo al final de semestre era hacer una colección de insectos. Entre más variedad, mejor calificada.

Estuve durante meses corriendo tras mariposas con mi red (y fui comparada con Winnie the Pooh, pordiosss), subiendo árboles, moviendo troncos, piedras, haciendo pozos , pasando horas tumbada en el zacate esperando que algo interesante apareciera, deteniendo el carro a media carretera (ruta Monterrey-Zacatecas); en el campo, en jardines, junto a ríos, en el desierto, en la montaña, y mucho dentro de la universidad (qué vergüenza).

Cuando me regalaron un microscopio en mi cumpleaños no podía de la emoción y quería ver todos los insectos (también pelos, uñas, hongos, tejidos vegetales, etc.).

Luego empecé un negocio con un amigo matándolos. Hacíamos fumigaciones de casa y jardín, con productos ecológicos (mentira podrida). En realidad usábamos los insecticidas más benignos para mamíferos, pero químicos al fin y al cabo. Cuando mi amigo se fue a estudiar a Chicago (o a algún lugar de por allá) y yo me fui a Francia, terminamos con la asociación, pero mi última fumigación la hice en casa de mis papás porque había unos bichitos infestando el jardín y mi mamá se estaba volviendo loca.

El caso es que ahora tengo una plaga toda para mi solita. La descubrí tal vez al mes de haberme mudado a esta casita. Son unos animalitos diminutos. Cuando descubrí que saltaban (pero, de verdad, SALTAN los carajos), me asusté por que pensé que podrían ser pulgas y obviamente, estaba preparadísima para cambiar colchón, quemar sábanas y fumigar, pero repentinamente, desaparecieron.

Estos días regresaron junto con el calor. Ayer estuve hasta las 3:30 de la mañana matándolos con mi dedo y observándolos.

Hoy busqué en internet y he identificado a los bichitos, pero en inglés: Collembola. Hay muchas especies y en las fotos se ven increíbles, con diferentes colores y texturas sobre el lomo. Y ¡los ojos compuestos de algunas especies!

(Ya nos damos una idea de dónde se sacan ideas para los monstros de las películas)

Estos animalitos de la creación (ya sé que las moscas también lo son, pero no todos somos moneditas de oro, pa’ caerles bien a todos, estamos de acuerdo), son descomponedores de materia orgánica y habitan en lugares donde hay hojas, por ejemplo, e incluso en el suelo. Se están usando en investigaciones para identificar suelos contaminados.

Mi casa es de adobe. A lo mejor están dentro de mis paredes viviendo de la materia orgánica en la tierra que se usó para hacer el adobe.

No hacen daño ni parasitan, pero aparentemente se les conoce en el mundo de los investigadores como causantes de psicosis. La gente llega a creer que se les suben y los traen por todas partes en el cuerpo.

También yo estoy sintiendo las cosquillitas imaginarias.

Será una lástima matarlos, pero me dará mucha tranquilidad.

martes, mayo 05, 2009

Campeona culinaria

No es secreto mi aversión a la cocina y las actividades que (generalmente(¡Ja!)) se realizan en ella. Esta semana pasada tuve visita y comí delicioso todos los días. Obviamente no fui yo la que cocinó. (La propuesta de matrimonio fue rechazada, bujujú... claro que no le propuse matrimonio nomás por que cocina rico, carajo...)

Hoy quise hacer el esfuerzo. No he tenido tiempo de ir al super más cercano, entonces empecé a abrir gabinetes y el refri buscando opciones.

Me decidí por arroz. Normalmente lo saco de una caja de arroz instantáneo y le echo verduritas congeladas. Muy sencillo, nada espectacular.

Al sacar la caja noté una receta en la parte de atrás: Arroz a los cuatro quesos.

(Entendí que las cosas “a cuatro quesos” de verdad llevan cuatro quesos.)

Vi los ingredientes y tenía arroz (obviamente), vino blanco, sal, pimienta y mantequilla. Y queso.

Un solo tipo.

Aparte de tres tipos de queso, me faltaba caldo de pollo, pero tenía caldito de carne de cola de toro, gualá.

Este arroz se convirtió en uno al “queso”. Luego le revolví los pedacitos de carne de culo de toro o vaca o lo que sea.

Con orgullo declaro que, a parte de mi creación de acelgas con salsa de tomate, champiñones y huevo, ¡es lo más rico que he preparado jamás!

Aplausos, pordiosssss.

Nota: Agradezco el mini-curso de cocina y las sobras de la semana.

Nota dos: Can-Dado (el perro guardián de Don Ramón (el velador-que-no-es-velador-cuidador)) se tragó otra vez el hueso.

Nota tres: Busqué una foto bonita para animar este post y encontré esa belleza, esquizmi.