Me pregunto qué tan equilibrada estoy cuando recibir, desempaquetar e instalar electrodomésticos resulta ser lo más emocionante de la semana.
Hay que reconocer, que quitarle los cartones, plásticos y protectores a una estufa no debe ser cosa de otro mundo, pero yo lo hacía con el mismo entusiasmo que probablemente sentiría a los 4 años abriendo regalos de cumpleaños, Navidad y Día de Reyes un mismo día.
Después de pelearme con el cartón y las grapas industriales (que espero no puedan causar tétanos por que, efectivamente, una que otra cortada me hice debido al avorazamiento frenético que me invadió), tocó armar.
Odio armar cosas... eso significa leer el instructivo, separar e identificar piezas, probablemente estar sentada en el suelo entre carton y foam viendo fotos y diagramas tratando de entender qué va en donde y cómo se debe poner.
Siempre me pasa que algo pongo mal y tengo que cambiarlo, voltearlo, reubicarlo.... normalmente por no leer bien las instrucciones. Pero, carajo, quién lee, detenidamente, las instrucciónes de algo que ya esta impaciente por usar?
Y como era de esperarse, después de poner los 8 tornillos, 4 mariposas y dos madrecitas de plástico que no se como se llaman (me tomó 2 horas hacer eso, con breaks para asomarme en la tele, que estaban pasando un programa muy interesante sobre la vida y muerte de las campamochas africanas), tuve que hablarle a un expertodelgas para conectar las mangueritas pertinentes, ya que no tenía yo cinta aislante ni la herramienta indispensable para apretar noséqué (esta vez mi navaja Swiss no sirvió).

Mabe fue colocada en el lugar predestinado para ella por el, con todo el respeto que se merece, inútil arquitecto de mi casita, después de serios empujones y gruñidos del expertodelgas, quien muy amablemente, sin preguntas ni prejuicios, me ayudó a festejar con aplausos la conclusión exitosa del acontecimiento.
Ahora... solamente habrá que aprender a cocinar...