jueves, agosto 28, 2008

Los pequeños placeres en mi vida

Los primeros segundos en la regadera con agua bien caliente.

Tener un libro ligero para leer en los últimos minutos antes de dormirme.

Que me rasquen la espalda.

Compañía a la hora de comer.

Ver mi cama a lo lejos y saber que ya va a ser hora de meterme en ella para dormir.

Las sábanas y toallas recién lavadas.

El olor a jabón en la gente.

Jugar con un mechón de mi pelo.

Oír llover.

Que me laven el cabello.

Quitarme el brassier después de un largo día de trabajo.

La nieve de vainilla en cono.

Poder echarme cual costal de papas los domingos a ver tele.

Hablar en voz alta conmigo misma en francés.

Ver y oír una tormenta eléctrica.

Oler la ropa recién salida de la secadora.

Los abrazos.

El verde de la naturaleza.

Las carcajadas propias.

Las risas compartidas.

Dormir desnuda.

Soltarme el chongo del pelo al final del día y rascarme la cabeza.

Rascarme la barriga y/o el trasero antes de dormir.

Sacarme los mocos tierrozos y duros después de llegar del rancho (siiiii soy una asquerosa, ¡y qué! Al menos lo admito).

El chocolate ciertos días del mes.

Manejar por la carretera con los paisajes hermosos que tengo por aquí.

Ver a las gallinas en su día a día.

Poder usar las mecedoras de mi vecino, estando él o no.

El espaguetí con carne y el pay de guayaba de mamácaracol.

Mi cama grande (fresca o calientita, depende de la época).

Oír el Canon en D.

Tomar agua con muchos hielos.

Llenarme las manos de tierra húmeda.

Quedarme dormida, por segundos, sentada en donde sea.

Un cigarro después de comer.

Acariciar a la Negra (mi becerra favorita) y que se deje acariciar (me parece increíble, parece perro).

Que mi casa huela a hierbas aromáticas.

Comer cacahuates.

Tronar los dedos de los pies.

Los besos.

Sus besos.

La plática fluida, interesante, graciosa (al individual o al colectivo) con alguien.

Tomar té de limón bien helado.

Saber que la próxima semana me iré a la playa de vacaciones.

Escribir.

lunes, agosto 25, 2008

sin mucho que decir

Nomás que... ardo.

viernes, agosto 22, 2008

los sueños que hablan

Anoche soñé que me crecían pelos y pelos y más pelos en los dedos de los pies y de zapatos no tenía más que chanclas.

Aparentemente no habían inventado los rastrillos ni la cera depiladora ni nada de nada.

Qué angustiante tener pies de tapete.

Y que todos lo sepan.


Actualización: En la tarde, la amiga Dorn me hizo el favor de buscar el significado. Aunque yo no creo mucho en esas cosas, más vale registrarlo:

Tener pelo abundante en cualquier parte del cuerpo es indicio de una vida próspera y feliz.
El exceso de vello, tanto en cantidad como en extensión, o si aparece en las mujeres, es una manifestación de la vida instintiva y sensual.
Si en sueños nos vemos más peludos de lo que somos en realidad es una advertencia para que refrenemos nuestros instintos.

¡Ay, amacita!

martes, agosto 19, 2008

Con vacas todo entiende una

SOCIALISMO: Tienes dos vacas. Le regalas una a tu vecino.

COMMUNISMO: Tienes dos vacas. El Estado se las lleva y te regala un poco de leche.

FASCISMO: Tienes dos vacas. El Estado se las lleva y te vende un poco de leche.

NAZISMO: Tienes dos vacas. El Estado se las lleva y luego te dispara (o te hace jabón, y no de ese que tiene leche para dejar la piel suave).

BUROCRACIA: Tienes dos vacas. El Estado te las quita, le dispara a una, ordeña a la otra y después tira la leche a la basura.

CAPITALISMO TRADICIONAL: Tienes dos vacas. Vendes una y compras un toro. Tu hato de multiplica y crece la economía, Las vendes y te jubilas con lo que sacas.

UNA CORPORACIÓN FRANCESA: Tienes dos vacas. Te vas de huelga, organizas una revuelta y bloqueas las calles, todo porque quieres tres vacas.

UNA CORPORACIÓN JAPONESA: Tienes dos vacas. Las rediseñas para que su tamaño sea una décima parte del original y que produzcan veinte veces más de leche. Después creas una ingeniosa caricatura sobre una vaca y la llamas “Cowkimon” y la mercadeas a nivel mundial.

UNA CORPORACIÓN ALEMANA: Tienes dos vacas. Aplicando un poco de ingeniera, las cambias para que puedan vivir por 100 años, comer una vez al mes y se autoórdeñen.

UNA CORPORACIÓN ITALIANA: Tienes dos vacas pero no sabes donde están. Decides irte a almorzar.

UNA CORPORACIÓN RUSA: Tienes dos vacas. Las cuentas y te enteras que tienes cinco. Las cuentas de nuevo y te enteras que tienes 42. Las cuentas otra vez y descubres que son dos vacas en realidad. Dejas de contar vacas y abres otra botella de vodka.

UNA CORPORACIÓN SUIZA: Tienes quinientas vacas. Ninguna de ellas es tuya en realidad. Cobras al verdadero dueño por “almacenarlas”.

UNA CORPORACIÓN CHINA: Tienes dos vacas. Tienes a 300 personas ordeñándolas. Declaras que tienes empleo total y una alta productividad bovina y mandas arrestar al periodista que reportó la verdadera situación.

UNA CORPORACIÓN HINDÚ: Tienes dos vacas. Las adoras.

UNA CORPORACIÓN BRITÁNICA: Tienes dos vacas. Ambas están locas.

UNA CORPORACIÓN IRAQUÍ: Todo el mundo piensa que tienes muchas vacas. Tu les dices que tienes ninguna. Nadie te cree, entonces te bombardean e invaden tu país. Sigues sin tener vacas, pero al menos ya eres parte de una Democracia.

UNA CORPORACIÓN AUSTRALIANA: Tienes dos vacas. El negocio aparentemente marcha muy bien. Cierras oficinas y te vas a echar unas cervecitas para celebrar.

UNA CORPORACIÓN TURCA: Tienes miles de vacas pero no sabes qué hacer con ellas. Todos tienen alguna idea pero nada se hace, te olvidas de ellas y continúas peleando con todos.

UNA CORPORACIÓN MEXICANA: Tienes dos vacas. Las sacas a pastorear cuando no se te olvida. Como están desnutridas y producen poca leche, agregas agua para disimular. Tienes un departamento de mercadotecnia, de productividad y compras pero nadie hace nada. El sindicato propone matar una de las vacas para acabar con las discordias y mientras tanto el secretario de economía afirma que las vacas no producen todo lo que pudieran y así se crea la secretaría de productos lácteos y cultura bovina. Mientras todo esto ocurre, las vacas se te mueren, tu no tienes nada y sin embargo perteneces a una cultura y economía emergente.

miércoles, agosto 13, 2008

Présteme su lancha, oiga

El lugar donde vivo parece un bosque. Hay muchos árboles grandes y viejos, arbustos, flores y zacate por todas partes.

Es fresco y casi todas las noches me salgo a las mecedoras que mis vecinos y yo tenemos en el “porche”.

Se está haciendo tradición espontánea juntarnos varios de los vecinos a echarnos una cerveza y platicar hasta que nos de sueño (que a veces es bastante tarde, auque andemos todos cansados por el trabajo).

Todos somos solteros y casi dedicados totalmente al trabajo. Ninguno sabe cocinar y a todos nos gusta la dosequis. Aunque hay algun(a) novio(a) por allí, vivimos solos y al final del día nada más estamos nosotros y nos buscamos para pasar el rato.

Y hablamos.

Y hablamos… a veces mucho del trabajo (cosa que no termina de gustarme), pero hay de todo, porque al fin y al cabo, nos estamos conociendo apenas.

Las conversaciones se hacen interesantes porque somos diferentes, aunque haya ciertas similitudes.

Creo que fue la semana pasada que mi vecinito del departamento de lado izquierdo, me contó la historia del pescador, que no me ha dejado tranquila desde entonces.

Va algo así:

Estaba un señor pescando en la orilla del mar y se le acerca otro. Se sienta un poco apartado y observa como el pescador saca un pescado y después de un rato, otro y después de más rato, otro.

Al fin el señor arrimado se atreve a preguntarle por qué no añade más anzuelos a la línea, a lo que el pescador responde: Y ¿para qué?

El señor metiche le explica que así podrá pescar más y en menos tiempo, y el pescador le pregunta que para qué quiere hacer eso.

El señor metiche: Pues así podrás venderlos en el mercado y juntar dinero, y entonces podrás comprar otras cañas con varios anzuelos para poder pescar más.

El pescador: Y ¿para qué?

El señor metiche: Por que así podrás comprar una lanchita y salir más allá y pescar aún más.

El pescador: Y ¿eso para qué?

El señor metiche: Para poder comprarte una atarraya y pescar mucho más.

El pescador, para mi sorpresa, pregunta: Y, ¿para qué?

El señor metiche: Pues para comprarte un barquito y ... pescar más.

El pescador, que pareciera era lo único que sabía decir, le pregunta “ Y ¿para qué?

El señor metiche le dice que después se podrá comprar una flota de barquitos y hacer más dinero.

El pescador pregunta lo mismo.

El señor metiche: Pues ya que tengas todo eso, ¡podrás hacer lo que en realidad quieres!

Y el pescador, muy extrañado y agitando levemente la caña de pescar, dice: … pero si ya lo hago.


La moraleja: chingue a su madre todo y vámonos a pescar…

O no.

El caso es que he estado pensando mucho en esto.

Siempre he tenido el “Gran sueño”. Toda mi vida he luchado constantemente por acercarme a ese sueño que pienso que alcanzarlo me va a hacer feliz.

Siempre pensé que tenía que ser la mejor para poder tener oportunidad en el mundo de la agronomía, predominantemente machista.

Estudiar la carrera para empezar, ser la primera mujer presidente de la carrera en más de 50 años, hablar 3 idiomas, tener buenas notas en la universidad, haber formado parte de otras asociaciones estudiantiles, haber participado en la organización de varios eventos académicos, haber trabajado o estudiado algo todos los veranos (mientras mis amigos disfrutaban de las vacaciones), haber tenido mi propia empresa (aunque por poco tiempo), haber logrado el proyecto en Francia, etc., etc., etc.

No puedo quejarme, he disfrutado mucho todo lo que he hecho… pero ahora me pregunto si siempre será así.

Si siempre estaré en la lucha, al parecer, interminable, por alcanzar lo que quiero.

Ya ni sé que es lo que quiero, sólo que quiero ser feliz.

Y esto me lleva a preguntarme, ¿cómo es que yo puedo ser feliz?

Mi respuesta: Aceptando lo que tengo ahora y disfrutarlo. No estar siempre pensando en tener más y mejor, porque si no nunca estoy conforme.

Y eso a su vez, me hace preguntarme ¿Qué tienen de malo los conformistas?

Siempre me han dicho que el conformismo es malo.

¿Por qué es tan malo conformarse?

La RAE dice que conformar es darse por satisfecho.

¿No se supone que cuando aceptas lo que eres y tienes, vives tranquilo? ¿No se supone que eso da felicidad?

Y que ese positivismo, ¿siempre atrae cosas buenas?

Creo que he estado al revés toda mi vida.

Ahora estoy confundida.

Lo único que me queda claro es que… quiero ir a pescar.

sábado, agosto 09, 2008

quererte asi

Tu piel es como un campo interminable y verde y el sudor que la puntea como las gotas que deja de evidencia una tormenta de verano sobre él.

Recorrerla con mis manos en la oscuridad y sentir cada centimetro con sus cambiantes texturas me corta la respiración y acelera la tuya, ondulando tu cuerpo como en un temblor.

Suave en tu costado, áspera en la palma de tu mano, cubierta y protegida en tu pecho, larga y sin interrupción de tu hombro al interior de tu muñeca.

Si apenas rozo con las yemas de mis dedos cambia por regiones y se vuelve accidentada con cientos de puntos esparcidos. Te estremeces.

No se acaba nunca la vereda porque regreso o vuelvo a empezar de donde empecé o mis manos ceden el placer a mi boca y todo ella parece diferente.

Hay humedad y tu olor llena mi cabeza, mi lengua te prueba y te camina entero y tu garganta reacciona resonando en mis oídos.

Mis labios secos y lastimados por el sol se ahogan y reviven en tu boca. Te robo los suspiros y tus gemidos se convierten en los míos.

Siento tu aliento tibio que toca la piel cuando te obstinas por anidar tu cara en la cuenca de mi cuello y no distingo en dónde termina tu cuerpo y dónde empieza el mío cuando ya no hay más espacio que acortar para que me acerques a ti.

Te hago mío en mi con un movimiento lánguido y calculado. No pierdo de vista tu vista y muerdo el labio que me sabe a ti al surcar tus uñas mi espalda y en quietud me quedo por segundos, pausada y delirante con tu dureza envuelta y tus latidos desbocados contra el en vez de mis manos que reposan en tu pecho.

Te quiero lentamente y sin prisas. Te quiero en ascenso y hasta la cumbre que compartimos a destiempos, cuando puedo disfrutar de tu placer y tu del mio.

Cuando nos separamos seguimos juntos y tu pecho me mece cada vez más despacio mientras recuperamos el ritmo del después.

En esos ratos en que eres uno en mi y conmigo el cielo me parece muy cercano y aunque no espero nada parece que me das todo.

Duermo.

jueves, agosto 07, 2008

Mi vecino imprudente

Cuando pienso que te he olvidado, hay veces que tu recuerdo me sorprende cuando aparece por un rincón de mi memoria, sin ser llamado, sin ser querido.

Quisiera poder decir que pensar en ti es agradable, que hacerlo me saca una sonrisa de esas discretas que salen cuando alguien se acuerda de algo que vale la pena recordar.

Quisiera que no me doliera tu recuerdo, que no me hiciera preguntarme tantas cosas que sé no tiene caso preguntarme.

Quisiera saber por qué no fue suficiente lo que había o si en realidad no fui suficiente yo o no fuiste suficiente tu.

Quisiera entender el por qué de todo, de ti. De ti conmigo, de mi sin ti.

Quisiera saber qué fue lo que me enredó, me deslumbró y desubicó.

Por que me di cuenta que es bien bonito estar enredada, deslumbrada y desubicada.

Aunque cuando todo pasa, se acaba y se va (o es que ¿en realidad nunca fue, empezó ni llegó?) es duro soltarse, desencandilarse y encontrarse.

El otro día mi vecino me preguntó si yo alguna vez había estado enamorada y yo no supe cómo responder porque no estoy segura de si eso que sentí hace (parece) tanto podría ser parecido a eso de enamorarse.

El interpretó mi silencio y creo que le di un poco de lastima.

Cuando me acuerdo de ti, me doy un poco de lastima también.

martes, agosto 05, 2008

Speedy Caracólez

El sábado fue la boda de la hermana del cuñadocaracol (léase el recientemente estrenado esposo de la hermanacaracol) en Monterrey.

Al parecer (y siendo ésta la primera ocurrencia en la familiacaracol), cuando alguien de nosotras se casa, el susodicho participante de las nupcias (y toda su familia) automáticamente pasa(n) a ser miembro(s) de la nuestra.

Y como yo llevo un par de años de perderme de grandes momentos familiares y con la recién adquirida ventaja de vivir cerca, tenía una urgencia por estar presente.

Sin embargo, la boda se sostendría a las 12 del medio día y obviamente no iban a cambiar la hora solamente porque yo no podía salirme del trabajo temprano.

Aparte que la hermana del cuñadocaracol se casaba con un españolito que trajo a medio país de origen para que celebraran con ellos el enlace.

Salí a eso de las 2:30 y montada en mi vehículo superpotentequehacerumrum (y que es rojo) conduje lo más rápido posible hacia mi ciudad natal sin cuidar límites de velocidad (excepto en los lugares bien conocidos por la presencia de los pole-cías). También me solté el pelo aún húmedo para aprovechar el viento caliente que entraba por la ventana y no tener que llegar a secármelo artificialmente (con la secadora de pelo).

Cuando llegué a la casa estaba Celia (cuyo verdadero nombre es Casilda, pero ella prefiere ser llamada Celia, vayadiosasaber por qué), apunto de irse a pasar el fin de semana a nosédonde.

Después de ir al closet de las chácharas (y donde se guardan los vestidos decentes en casa de la famliacaracol) y agarrar todos los vestidos que vi, le rogué que me ayudara y corriendo me siguió al cuarto de la hermanacaracol (la otra soltera), el mejor lugar de la casa para arreglarse porque hay un espejo de piso a techo y mucha luz.

Me encueré (y me quedé con el bra rosa y unos chones de rayas verde selva y verde menta que ya traía) y me fui probando vestido tras vestido (Celia se convirtió en ese momento en una comentarista digna de cualquier canal deportivo de televisión (a parte, una que sube bastante el autoestima, que siempre conviene en estos casos)). Yo me veía al espejo 5 segundos, meditaba y cambiaba de prenda. Después de 5 o 6 pruebas, me decidí por el primero.

Como el largo llegaba justo debajo de la rodilla y yo tenía más de una semana sin depilarme y a parte, no soy muy buena con el asunto de la afeitada de pierna, corrí al baño de los papáscaracol a robarme un par de rastrillos del papá y mientras yo me rasuraba una pierna, Celia me ayudaba con la otra. La pasadita de las axilas (porque era un vestido sin mangas) la hice yo solita.

Después recorrimos juntas el closet de mi hermana y el mio buscando el zapato adecuado. Resultaron ser unas sandalias negras con un tacón de esos que se siente como si fuera de veintemil9mil centímetros. Creo que camino como pingüino en zancos con esas cosas.

Mientras yo me pintaba un poco los labios y me ponía rociaba un perfume de botellita en forma de manzana, Celia me abrochaba la cinta de las sandalias.
Mientras yo sacaba identificación, licencia de conducir y los únicos 20 pesos que traía en la cartera, Celia me sacó 3 bolsas negras para escoger.

Lo último fue cortarme las uñas del dedo gordo de los pies porque nomás me crece un poquito larga y toda la pelusita de ciertos calcetines negros se encarga de decorármelas. De negro.

Me tardé 10 minutos. Mientras la mayoría de las mujeres que conozco se tardan una hora mínimo para arreglarse para una boda, yo me tardo 10 minutos. Con ayuda, claro.

Pero sigo siendo lo máximo y creo que debería de hablar a esos de los records mundiales.

Pero bueno… como en casi todo lo que se hace a la carrera, siempre sale algo malo. Yo, por ejemplo, aunque llegué al bodorrio y todo, no pude pararme mucho tiempo de mi silla.

Lo que pasa es que olvidé la transparencia de ese vestido en específico y con las prisas obviamente no me puse nada debajo que sirviera de barrera entre los ojos de cualquiera y mi antojable silueta.

Mamácaracol me lo hizo notar muy discretamente cuando gritó casi a través de medio salón.

Al menos no se notaban los colores de mi ropa interior.

Lo bueno es que para la tornaboda, ya con más tranquilidad pude regresar a casa de los papáscaracol a cambiarme a un atuendo menos transparentoso y ahora si andar por doquier y bailar a mis anchas (que son muchas).

Y lo mejor de todo es que estuve presente en el evento familiar.

Nota a mi misma: La táctica de ventanaabajoencarretera es muy útil para dejar un buen peinado à la despreocupé. Hay que usarla más seguido.

Segunda nota a mi misma: Cuando se tiene bronceado de agricultor (o albañil, como se prefiera), de esos donde hay una inmensa diferencia de color de piel donde se supone acaba la manga de las blusas polo que acostumbro, no es conveniente usar vestidos sin mangas. Se nota cabrón (o sease, un chingo, o sease, muchísimo).