viernes, mayo 30, 2008

¿Qué dijo?

De una muy preocupada madre a su hija:

-Ay, mijita, yo te veo muy estresada hoy. ¿Qué no sabes que te puedes masturbar para relajarte? Anda y vete a tu cuarto un ratito y sales cuando estés mejor.

Por evitar atropellos al anonimato que este blog protege tanto, evitaré decir de quién es la mamá.




Nunca podría decir que fue mamácaracol. Ni pensarlo.

Tan linda, ella.

miércoles, mayo 28, 2008

Baño

Hace un tiempo me dijeron que tenía yo una obsesión por la limpieza.

Creo que no es eso exactamente. A mi me preocupa que las cosas estén limpias por dos razones: los olores y los sabores.

Siempre ha sido burla de mis amistades el que yo diga que tenga el “don del olfato”, pero es que a veces me siento perro con la sensibilidad que tengo en la nariz, cosa que se traduce también a sabores.

Este tema sale a raíz de la película que vi en el cine hace poco de Elizabeth y la edad de oro. No ha sido la primera película que me hace pensar en esto. También ha habido uno que otro libro.

Y es que yo me pregunto: ¿Cómo fregados han de haber olido en esa época? ¿Qué tufo no habrá pegado al entrar a una habitación llena de gente o al cruzar un callejón en alguna ciudad?

Eso me lleva a hablar sobre el interesantísimo tema de… “El baño”. Y esto de dos formas, porque en México le llamamos así al cuarto donde está la regadera (o ducha), la tina de baño y el excusado.

En otros lugares (como Francia) hay un cuartito solamente para el excusado y otro para la tina y/o ducha.

Sinónimos de excusado dependiendo de la región, género y el estado de ánimo (o el estado fisiológico) pueden ser WC, baño, váter, retrete, trono, dios de la porcelana y así un montón de equivalentes.

En mi país, entonces, un baño puede referirse a todo el cuarto, al excusado y a la acción de bañarse (o ducharse, pues, que aquí es lo mismo y es muy rara una bañera).

Los baños existen desde hace más de diez mil años, desde Escocia, a Creta, a los egipcios y romanos con sus letrinas, drenajes, tuberías de agua y baños públicos, respectivamente. La gente entendía la necesidad de mantener alejados sus desechos y conservar una higiene corporal por salud.

Los sacerdotes egipcios tenían la obligación de darse 4 baños al día, los judíos relacionaban la limpieza corporal con la pureza moral y los romanos convirtieron la limpieza en un acto social.

Fueron los bárbaros invasores que llegaron a joder todo como 500 años d.C. En su camino de destrucción se llevaron los baños y las grandes tuberías que encausaban el agua.

De allí a pasadita la Edad Media (o como hasta 1830 en realidad). Jodidos. La gente poco conocía el baño y la higiene. En aquellos tiempos, la opinión general (y muy cristiana) sostenía que la carne debía mortificarse todo lo que fuera posible. Se consideraba que el baño completo con exposición total del cuerpo avivaba las tentaciones y, por tanto, era pecaminoso. Esta opinión prevaleció en la mayor parte de Europa.

A los recatos religiosos se unían las supersticiones médicas relativas a los peligros del baño para la salud. Toda norma sanitaria estuvo a punto de desaparecer.

Una persona se bañaba al ser bautizada por inmersión y pocas veces más posteriormente.

Los ricos se rociaban con perfumes y hedían perfumadamente, y los pobres sólo hedían. Pobres.

Se olvidó la tecnología del cuarto de baño en todo nivel social y resurgieron los orinales, las zanjas y letrinas exteriores. Durante cientos de años, cundieron las enfermedades, y las epidemias diezmaron pueblos y ciudades.

Los efectos de la Reforma en el siglo XVI en Europa agravaron todavía más esta aversión a la higiene ypProtestantes y católicos rivalizaban en el repudio de las tentaciones de la carne. Evitaban a más no poder exponer su piel al jabón y al agua a lo largo de sus vidas.

Las instalaciones de plomería eran inalcanzables o inexistentes (incluso en los grandes palacios europeos). El desahogo de las necesidades corporales que se hacía cuando y donde le alcanzaran a cualquiera, llegó a ser tan corriente que en el año 1589 la corte real inglesa se vio obligada a fijar una advertencia pública en el palacio:

“No se permite a nadie, quienquiera que sea, antes de las comidas, durante las mismas o después de ellas, ya sea tarde o temprano, ensuciar las escaleras, los pasillos o los armarios con orina u otras porquerías.”

Esto se comprende mejor al analizar una de las normas de conducta que aparee en uno de los primeros libros de etiqueta de la historia respecto las funciones corporales: “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”. También se menciona que al soltar ventosidades se recomienda disimular con una tos el “estruendo explosivo”… o sea, disimula el pedo con un aparente atragantamiento. Gracias, tan considerado y atento. (Y ¿el olor que?)

Cien años después, se seguían encontrando normas parecidas: “Si pasas junto a una persona que se esté aliviando, debes hacer como sí no la hubieras visto.”

La construcción inicial del palacio de Versalles en el siglo XVII (que una vez completado alojaría a la familia real francesa, a un millar de nobles y a 4,000 sirvientes), no incluía instalaciones para retretes o cuartos de baño (pero si muchas fuentecitas y cascadas en los jardines).

A finales del mismo siglo, un periódico francés publicó que París era un lugar odioso. Las calles olían tan mal que no era posible salir. La multitud de personas en la calle producía un hedor tan detestable que no se podía soportar.

Dicen que las pelucas esas enormes que usaban los pudientes hombres y mujeres eran para disimular el cebo del pelo o para esconder el pelo corto y rapado (que se mantenía así para evitar que a los piojos se les antojara echar casa). Dicen. No me consta.

No quiero adentrarme en el asunto de la higiene bucal.

Yo entonces digo, al ver o imaginar esas representaciones que te llevan a tales épocas, ¿cómo no pensar en los olores (y posibles sabores)?

viernes, mayo 23, 2008

La codencia

Que viene de codo(a).

La RAE define la palabra codo como:
1. adj. Ec., El Salv., Guat., Hond. y Méx. tacaño (‖ miserable).

A nivel nacional, por lo que se conoce a cualquier regiomontano (genitilicio de Monterrey (si es que así se dice)), es por esta tacañería. Bien puede ser una falsa idea, también puede ser caer en las generalizaciones, falsos testimonios y perjurias (como diría una amiga), pero todo México dice que la gente de Monterrey es coda. Y punto.

Los regios pueden defenderse diciendo que somos ahorrativos, buenos administradores y no sé que otra bola de cosas (en mi opinión todas falacias).

Yo, con mi estado actual económico (que lo llamaré "de total carencia", por decir algo), me he visto obligada a cuidar (más) los centavos.

Pero hoy si me pasé de tacaña...

Después de la usual jugada (de cartas, específicamente hoy "canasta loca" (porque varía)) que se sostiene todos los jueves cuando estoy en casa de los papáscaracol y que terminó a las 2 de la mañana, recordé que tenía forzosamente que comprar unas pastillas que forzosamente, tengo que tomar hoy.

Mi amiga (la que no se acuerda de los santosmandamientosdelaleydedios y dice perjurias) me hizo el favor de llevarme a la farmacia más cercana.

Reclamé 10 centavos a la señorita que en vez de cobrarme 56.90 quiso cobrarme 57. Y es que si, soy una coda total parece ser, pero se me hace injusto que porque "no tienen" 10 centavos yo tenga que llevarla. ¿Qué culpa tengo? Diez centavos son diez centavos. En otras épocas he comprado cosas con montones de monedas de 10 centavos. A parte, si eso le hacen a todos los clientes que pasan por allí en un mes, 10 centavos cobran significado.

Después fuimos a un autocar (para los güebones que no quieren (queremos) bajarse (nos) a comprar, por ejemplo, cigarros) y le dije a mi amiga que me pidiera (por la ventanita) dos cajetillas porque están en promoción. Si compras dos te sale a 23 pesos cada una, si compras nomás una, te sale en 25.

El muchachito que se asomó (por la ventanita) quiso verme la cara (tan horrible (él)) y me cobró 50. Yo muy apurada le pregunté a medio grito del lado del pasajero si había terminado la promoción. ¡Ni sabía que había! Y ni si quiera había visto el monto que le aparecía en la pantallita. Se asomó y efectivamente la promoción seguía para nosotros pinshis viciosos que se quejan de la carencia de dineros pero siguen fumando. Como yo.

Oígame, 4 pesos son ¡4 pesos!

Entonces, hoy tengo 4.10 pesos que podría no tener y me voy a dormir tranquila. Como los codos. ¡Como yo!

Flash informativo: hoy perdí perdí perdí y perdí. En cada juego perdí. Dicen que desafortunado en el juego, afortunado en el amor y vice versa.

Cualquiera que ande allá afuera queriéndome mucho, hágame favor de tomarse vacaciones los jueves.

sábado, mayo 17, 2008

Cena familiar

Ayer fui a una reunión informal que se celebra todos los viernes en casa de mi tío. Van sus hijos con sus respectivas parejas, otros tíos y primos y mi abuelo. Cuatro generaciones, por que ya hay bisnieta.

Yo por estar viviendo en otros lados llevaba muchos viernes de no ir. Desde que llegué, llevo dos asistencias y sobre todo y por gracia (o desgracia), dos asistencias en las que he comido mucho y delicioso.

Ha habido botana rica que hace mi tía, carne asada y tortillas de harina con queso derretido a las que le pones aguacate y trocitos de arrachera y le pegas una mordida y por ese momento parece que todo en el mundo es perfecto.

Este viernes, a parte de la sana convivencia y no muy sana tragadera, jugamos al (¿o es con el?) Wii. Mi prima decidió llevarse un juego que le encanta. La pobre se la pasa jugando sola y afirma que no es muy divertido y entonces... nos engatusó.

Se trata del American Idol. El original es un concurso de gente que canta que pasan en la tele gringa. Hay jueces y los televidentes votan. Los jueces opinan sobre las actuaciones e intentan orientar al público (que a veces está bien perdido). Hay un ganador al final de la temporada.

El caso es que lo hicieron juego y hay canciones con diferentes grados de dificultad (a mi todas se me hicieron difíciles) y uno tiene que dar la tonada que se va marcando en la tele con rayitas horizontales.

La familia, argüendera que es, se puso como público de los que nos animamos a "cantar". Estaban todos sentados en sillas en un extremo de la mesa que tenía en frente la televisión con los aspirantes a artistas al rededor. Como los jueces. Pero éstos, tan lindos ellos, aplaudían, gritaban, animaban y abucheaban a los jueces del juego cuando opinaban de forma negativa como si todo el asunto fuera cosa real.

Descubrimos (aunque, efectivamente, teníamos nociones) que todos cantamos fatal (aunque, efectivamente, hubo ganadores en las diferentes rondas) y que mi prima (aunque, efectivamente, juega sola siempre pero ya no por mucho tiempo) no es la única cantante frustrada.

Yo en lo personal, encontré a mi familia, aunque, efectivamente, disfuncional en muchos aspectos, increíblemente divertida.

lunes, mayo 12, 2008

A empezar otra vez

¡Ya tengo trabajo!

Aaaaaa la bío, a la bau, a la biiim booom ba! Carrrracol, caaaaarrrracoooouuul! Ra, ra, ra!
Chiquiti bum bombita, Caracol, caracol, aaaay que bonita!

Me voy a vivir a Saltillo, Coahuila, tierra de los... eeeh y las... bueno, todavía no sé qué, pero ya investigaré...

Justo en la empresa que quería! Llevaba año y medio insistiendo y justo cuando pensé que el dueño me diría que dejara de joderlo, me felicitó por mi perseverancia, diciendo que así alcanzaría cualquier cosa que me propusiera. ¡Y me dió el trabajo!

Me encargaré de las vacas lecheras y la producción de quesos orgánicos, los borregos y su carne orgánica y de... las lombrices! Yeeeeei!

Estoy tan contenta.

¿Quién dice que los sueños sueños son y noséqué y nomás?

Pos que ese despistado Calderón de la Barca me bese los... ajá.

viernes, mayo 09, 2008

Y una pa' llevar, oiga

Si mi memoria no me falla (que es muy probable que si) a los 19 años conocí las mamadas. Pero solamente puedo errar con la fecha y con nada más, pues me acuerdo exactamente dónde fue y del amigo que una noche muy campante llegó y me ofreció probar. Acepté y desde entonces quedé enganchada.

Y, ¿cómo no hacerlo? En un bar oscuro y anónimo, en una noche calurosa con la música reverberando en el pecho y los sentidos distraídos, la probé.

Es una mezcla de vodka, jugo de uva, jugo de piña, Calahua (crema de coco) y un poco de granadina en un alborotado frappé.

¡Deliciosa para la garganta! Bien fría y dulce, es una bebida que depende donde la preparan varía en ingredientes, pero a mi me sigue sabiendo riquísima y suficiente en su presentación de litro.

En realidad no tengo idea por qué lleva ese nombre, sobre todo si comparo con otras bebidas creativas que he probado como Sacrificio Maya (que la probé en Chiapas y casi me muero allí parada), el Esperma de Pitufo (que es completamente muy azul) o incluso un Pancho Villa (que tiene tequila tequila y más tequila y alguna que otra cosa (que tampoco recuerdo, oooobviamente)). El Derrame cerebral me dejó en blanco y sin la oportunidad de preguntar su contenido.

Pero la Mamada, ¿qué? A parte de que son muy (aunque diferentemente) ricas, lo único que ha hecho con ese nombre es meterme en situaciones en exceso vergonzosas y ventajosas para el personaje detrás de la barra que cuando pido una se hace el gracioso y me responde: "¿Te gustaría en el cuartito de atrás?" o con cara de sorpresa me dice "¿Aquí? ". Siempre, siempre, siempre. Simpáticos.

Un poco incómodo, por ejemplo, cuando llegué un día con amigos a casa de los papáscaracol y todos traíamos un litro en la mano. Mis amigos tan generosos y casi todos con bebidas diferentes le dieron a mi mamá a probar y ella preguntaba cómo se llamaba y lo que tenía.

"Mamada, mamá", le dije yo de tonta porque soy malísima para inventar en el momento y de todas formas siempre me siento culpable si miento a mi señoramadrequemeparió.

Ella casi se atraganta porque sus santos oídos no acostumbran oír esas palabrotas pero terminó diciendo que estaba rica y a ver si yo preparaba en casa pero que definitivamente le cambiara el nombre. Vualá.

Nunca lo hice y después de más de un año de no probarlas (las de aquí, así, que se toman), hoy me eché una en un bar parecido al de la primera vez, talvez con otra música pero igual con buenos amigos.

Brindamos por el futuro.

¡Y que haya muchas mamadas y mamadas (sic) más!

(Sin albur.)

jueves, mayo 08, 2008

Aquí nomás

Alguién me dijo que para ser caracol, era bastante rápida.

Ya estoy en Monterrey, en casa de los papáscaracol, he visto a los amigos, he recorrido algunas partes de Monterrey y...

Fue genial ir al cine y tener con quien compartir las palomitas.


Creo que es la primera vez que me afecta la diferencia de horario (¡dos horas!).


Ya tuve una discusión con mi mamá sobre las ventajas de reciclar y cosas sencillas que se podrían hacer. Después de mi ferviente discurso, ella respondió que yo no iba a llegar a SU casa a decirle cómo tirar la basura.


Mi papá cree que nunca me iré de aquí y eso lo pone tan feliz que se le salen las lágrimas (juro que es de felicidad y no lo contrario)... diosmio...

También me dijo que si traía mugre en las manos porque se me veían muy negras... le aclaré que es el resultado de pasar todo el tiempo en el sol (con aplicaciones generosas de bloqueador 45) y el remate de una mañana en la playa (sin bloqueador).


Extraño mi departamentito por la libertad de poder ir al refrigerador desnuda o salir del baño con el pelo escurriendo agua entre mis nalgas. Secarse al medio ambiente es comodísimo.

Las esquinas sobresalientes son historia. Adiós a las rascadas de espalda con concreto!

Es increíble lo que un cuarto oscuro puede hacer para el sueño. Tenía un montón de no dormir más de 6-8 horas. Me estoy despertando a las 12!

Aquí se cocina verdaderaente delicioso. Estoy comiendo decentemente por primera vez en meses.

Me encanta tener quién me embarre crema en la espalda y no tener que hacer contorciones peligrosas.

Siempre se puede contar con las mejores amigas un lunes en la noche para pintar cascarones de huevo para una fiesta (nada de fiestas de pascua por aquí).

Tener vida social otravez es genial. Extrañaba muchísimo a mis amiguitas. Son lo máximo y las adoro.

Al fin estoy relajada. Me siento felíz, contenta. La incertidumbre hoy es mi amiga y estoy emocionada de no saber qué sigue, a dónde voy. Estoy segura que cualquier cosa será mejor. Segura de saber que puedo escoger, que sí hay opciones y que todo saldrá bien.


miércoles, mayo 07, 2008

Adios, adios

El sábado antes de salir para Monterrey fui a la playa. Iba con dos hombres que en realidad nunca fueron mis amigos, pero que me invitaron unos días antes cuando supieron que me iba para siempre (suena tan dramático, pero es que me gusta el drama, verdá).

A las 7 de la mañana esperaba sentada en la orilla de la banqueta, comiendo un plátano y leyendo. Para ir a pescar a la playa se tiene que ir muy temprano. Juro que no sé que leía, creo que todavía estaba algo dormida (como es normal a esas horas).

Intentamos encontrar un lugar al que uno había ido hacía mucho. Terminamos en la cima de un cerro con una vista al mar increíble. El aire suave acariciando suavemente con su olor de cielo salado y un azul interminable que se hacía espumoso junto a las rocas enormes de la orilla que se veía a lo lejos.

Por mi usual distracción, pisé un cactus y por andar en chanclas en el cerro desértico, se me enterraron las espinas en los dedos. Me dolía tanto que no sabía para donde mover el pie para sacármelas de la carne. Al fin llego mi amigo que en realidad no es amigo y atacado de risa, lo jaló. Me salió tantita sangre y sentí que se me dormían los dedos. Me quedaron las puntas de los dedos marcadas como con sarampión.

Como el camino para el lugar era imposible de atravesar en el carrito (y se reafirmó después de que encontramos los abanicos del radiador arrastrando por debajo del carro) de mi amigo que no es mi amigo, nos fuimos a la playa a la que siempre iban ellos y en la que nunca pescan nada.

Empecé muy entusiasmada con la carnada y aprendiendo a... pues a eso, a aventar el hilo y el anzuelo bien lejos (sin caerme de la bardita que daba a las rocas que daban a la playa). Terminé sentada en la orilla de la playa despaturrada con las olas pegándome de vez en cuando en los pies y haciendo la figura de un pirata bigotón con arena. Terminó siendo pirata por el parche que le hice después de que mi amigo (que bla bla bla) le desconchinfló el ojo derecho con su patota (sin querer, ajá).

También terminé con arena hasta en donde... pues si, hasta allá. Eso de estar sentada en la arena y dejar que las olas vengan y la revoloteen a una a cada rato... la arena tiene que terminar en algún lado. Lo noté sobre todo cuando me metí a la regadera y el azulejo blanco se dejó de ver blanco.

Esa visita a la playa me ha dejado de recuerdo inmediato un intenso dolor en los hombros, pecho y espalda por las quemaduras de tercer grado que el sol me hizo. Tengo la piel roja como tomate y me pongo crema humectante y refrescante a cada rato, no soporto la ropa y batallo mucho para acomodarme en la cama para dormir. Espero que sane bien y no ande al rato despellejándome como leprosa.

Fue la terminación perfecta. Estoy contenta, satisfecha. Me fui feliz. No quiero pensar en lo que hubiera hecho ni lo que habría sido. Así está bien.

Muy bien.

Adiós, Ensenada.

martes, mayo 06, 2008

Se me perdieron los vampiros

A veces, con una gran y resistente bolsa de plástico, me aventuraba en los tendajitos de segunda mano en Ensenada y buscaba tesoros por entre las cosas descartadas de los gringos que se venden en el país a precios, en ocasiones, ridículamente accesibles. Hablo de todo. Lo que yo buscaba eran cosas pequeñas como cuadros, floreros, canastos coloridos y libros.

Cuando veía libros que parecían interesantes (siempre a simple vista y siempre en inglés), los compraba… ¡a 5 pesos! Se me hacía a mi una burla, pero una burla de la que yo me aprovechaba. Probablemente no se vendían muy seguido.

Se fue la mudanza y me quedé con uno de estos libros, delgado y fácil de guardar en la bolsa para el viaje de regreso. Tiene una cubierta sencilla, negra y con letras blancas. Recordé que cuando lo compré lo hice porque reconocí a la autora: Anne Rice (escribió, por ejemplo, Entrevista con el vampiro).

Resultó ser el primer libro de una trilogía de historias eróticas, en donde la autora explora su lado sexual sadomasoquista.

Yo leía esperando la aparición de vampiros y sólo encontraba descripciones explicitas de posiciones, juegos y castigos sexuales. Al fin leí las críticas (en una se hablaba sobre la calidad pornográfica de la historia) y la descripción de la misma en la parte de atrás.

Seguí leyendo, curiosa. Empezó a hacer mucho calor en el avión. Noté que me movía algo inquieta en el asiento. Mi vecino de asiento también lo notó. Yo noté otras cosas que a mi vecino le era imposible notar.

Decidí guardar el libro y a) no volver a leer libros pornográficos en un avión, b) no volver a leer libros pornográficos en público y c) poner más atención a lo que compro!

viernes, mayo 02, 2008

El es Queen

-Respecto al colchón… eeehhh… venga, que le cuento la historia, le dije yo al de la mudanza.
-Si a mi hablar de historias de colchón cerca del colchón me encanta y lo podría hacer todo el día, si usted quiere, me dijo él muy sonriente mientras me seguía al cuarto.

Yo solamente quería explicarle cómo quería cubrirlo (al colchón, claro) para que no se maltratara ni ensuciara.

Pero este suceso me hizo reflexionar sobre verdaderas historias de colchón. Historias de esas que no se cuentan por egoísmo puro, porque es sólo para ti y con nadie quieres compartir. O de esas que no se pueden dejar de contar por la calidad ilustrativa (y con esto normalmente graciosa) que tienen.

A mi me gusta compartir historias, pero no colchón... bueno, a quién engaño, depende cómo (y qué tan seguido) se de la compartición. Pero en general, soy muy mala.

Mala porque no estoy acostumbrada, porque me da calor, porque quito las cobijas, porque me pongo inquieta en sueños y me muevo como lombriz y al final poco dejo dormir.

Y aunque soy peor recordando historias, soy muy buena recordando momentos. Se me figura que me vienen a la cabeza como los golpes que Batman y Robin daban a los maleantes. En una burbujita encima de mi cabeza (porque dentro ya hay muchas cosas, carajo) y con un BOOM!!! que deja a su paso una imagen fugaz. Imágenes que a su vez dejan tras de si una sonrisa, un suspiro, una risa espontánea y traviesa, una bufada o el levantamiento de una ceja. Casi todos recuerdos que me alegran el corazón de una forma u otra. Aunque ahora que reflexiono, veces nadamás me calientan, a decir verdad...

En la burbuja vienen cosas como cuando me caí de la cama o los quereres por la mañana, la modorra que con nada se espanta, mi amiga que ronca como camión de carga en subida (bien empinada, por cierto), los enredos de piernas y los abrazos que se hacen babosos antes de que salga el sol, los chismes con amigas, los ronquidos soplados, las cosas que vibran, las conversaciones hasta horas inconcebibles para alguien que trabaja al día siguiente muy temprano, las cosquillas, los amores y desamores, las lágrimas en la almohada, los cuentos y tantos libros disfrutados, las novelas imposibles de cerrar, los piojitos, los orgasmos en francés y los sueños que al despertar aparecen entre nubes (y paso más de 10 minutos allí echada tratando de revivir), las caricias en la espalda, las patadas inclementes e inconscientes...

Y dormir. Sobre todo, es un lugar para dormir.

En estos días pasados, mamácaracol llegó con su piyama azul de florecitas rosas, sus calcetines de lana (porque siempre tiene frío en los pies) y con su poder de matriarca se apoderó de mi lado y me mandó a la oscuridad (o al lado donde no hay lámpara, que es lo msimo, pues).

Entre las platicas que tuvimos (verdaderamente geniales y como nunca antes, creo), sus ronquidos (es la edad, que le ha aflojao el paladar, a según), sus patadas y el calor (sumándole el que azotó la costa del Pacífico), dormí poco y lo poco, fatal.

Y llevo dos noches con sus días sin dormir. Nada. De nada. Creo que estoy empezando a ver como Terminator. Ese, que veía todo en tonos rojizos y verdes. O algún otro personaje salvaje que interpretó el Suaztzeñeker, ahora inútil gobernador de toda California.

Hoy ya no tengo mi colchón, que va camino a Monterrey (supongo). A ver cómo me cae el de esta noche.

Creo que quisiera tener alguna pastillita de esas que a veces oigo tanto mencionar. Lástima que no me gusta tomar pastillitas. Y sobre todo que no tenga acceso a ellas ahora, porque ahora, podría sacrificarme.

Hoy, hoy si quisiera compartir mi cama. Sobre todo con alguien bien descansado que no le importe no dormir y me ayude a pasar las horas. Estas horas sin dormir, sola, son duras.

Algún voluntario, porfavó?