miércoles, mayo 28, 2008

Baño

Hace un tiempo me dijeron que tenía yo una obsesión por la limpieza.

Creo que no es eso exactamente. A mi me preocupa que las cosas estén limpias por dos razones: los olores y los sabores.

Siempre ha sido burla de mis amistades el que yo diga que tenga el “don del olfato”, pero es que a veces me siento perro con la sensibilidad que tengo en la nariz, cosa que se traduce también a sabores.

Este tema sale a raíz de la película que vi en el cine hace poco de Elizabeth y la edad de oro. No ha sido la primera película que me hace pensar en esto. También ha habido uno que otro libro.

Y es que yo me pregunto: ¿Cómo fregados han de haber olido en esa época? ¿Qué tufo no habrá pegado al entrar a una habitación llena de gente o al cruzar un callejón en alguna ciudad?

Eso me lleva a hablar sobre el interesantísimo tema de… “El baño”. Y esto de dos formas, porque en México le llamamos así al cuarto donde está la regadera (o ducha), la tina de baño y el excusado.

En otros lugares (como Francia) hay un cuartito solamente para el excusado y otro para la tina y/o ducha.

Sinónimos de excusado dependiendo de la región, género y el estado de ánimo (o el estado fisiológico) pueden ser WC, baño, váter, retrete, trono, dios de la porcelana y así un montón de equivalentes.

En mi país, entonces, un baño puede referirse a todo el cuarto, al excusado y a la acción de bañarse (o ducharse, pues, que aquí es lo mismo y es muy rara una bañera).

Los baños existen desde hace más de diez mil años, desde Escocia, a Creta, a los egipcios y romanos con sus letrinas, drenajes, tuberías de agua y baños públicos, respectivamente. La gente entendía la necesidad de mantener alejados sus desechos y conservar una higiene corporal por salud.

Los sacerdotes egipcios tenían la obligación de darse 4 baños al día, los judíos relacionaban la limpieza corporal con la pureza moral y los romanos convirtieron la limpieza en un acto social.

Fueron los bárbaros invasores que llegaron a joder todo como 500 años d.C. En su camino de destrucción se llevaron los baños y las grandes tuberías que encausaban el agua.

De allí a pasadita la Edad Media (o como hasta 1830 en realidad). Jodidos. La gente poco conocía el baño y la higiene. En aquellos tiempos, la opinión general (y muy cristiana) sostenía que la carne debía mortificarse todo lo que fuera posible. Se consideraba que el baño completo con exposición total del cuerpo avivaba las tentaciones y, por tanto, era pecaminoso. Esta opinión prevaleció en la mayor parte de Europa.

A los recatos religiosos se unían las supersticiones médicas relativas a los peligros del baño para la salud. Toda norma sanitaria estuvo a punto de desaparecer.

Una persona se bañaba al ser bautizada por inmersión y pocas veces más posteriormente.

Los ricos se rociaban con perfumes y hedían perfumadamente, y los pobres sólo hedían. Pobres.

Se olvidó la tecnología del cuarto de baño en todo nivel social y resurgieron los orinales, las zanjas y letrinas exteriores. Durante cientos de años, cundieron las enfermedades, y las epidemias diezmaron pueblos y ciudades.

Los efectos de la Reforma en el siglo XVI en Europa agravaron todavía más esta aversión a la higiene ypProtestantes y católicos rivalizaban en el repudio de las tentaciones de la carne. Evitaban a más no poder exponer su piel al jabón y al agua a lo largo de sus vidas.

Las instalaciones de plomería eran inalcanzables o inexistentes (incluso en los grandes palacios europeos). El desahogo de las necesidades corporales que se hacía cuando y donde le alcanzaran a cualquiera, llegó a ser tan corriente que en el año 1589 la corte real inglesa se vio obligada a fijar una advertencia pública en el palacio:

“No se permite a nadie, quienquiera que sea, antes de las comidas, durante las mismas o después de ellas, ya sea tarde o temprano, ensuciar las escaleras, los pasillos o los armarios con orina u otras porquerías.”

Esto se comprende mejor al analizar una de las normas de conducta que aparee en uno de los primeros libros de etiqueta de la historia respecto las funciones corporales: “es descortés saludar a alguien mientras esté orinando o defecando”. También se menciona que al soltar ventosidades se recomienda disimular con una tos el “estruendo explosivo”… o sea, disimula el pedo con un aparente atragantamiento. Gracias, tan considerado y atento. (Y ¿el olor que?)

Cien años después, se seguían encontrando normas parecidas: “Si pasas junto a una persona que se esté aliviando, debes hacer como sí no la hubieras visto.”

La construcción inicial del palacio de Versalles en el siglo XVII (que una vez completado alojaría a la familia real francesa, a un millar de nobles y a 4,000 sirvientes), no incluía instalaciones para retretes o cuartos de baño (pero si muchas fuentecitas y cascadas en los jardines).

A finales del mismo siglo, un periódico francés publicó que París era un lugar odioso. Las calles olían tan mal que no era posible salir. La multitud de personas en la calle producía un hedor tan detestable que no se podía soportar.

Dicen que las pelucas esas enormes que usaban los pudientes hombres y mujeres eran para disimular el cebo del pelo o para esconder el pelo corto y rapado (que se mantenía así para evitar que a los piojos se les antojara echar casa). Dicen. No me consta.

No quiero adentrarme en el asunto de la higiene bucal.

Yo entonces digo, al ver o imaginar esas representaciones que te llevan a tales épocas, ¿cómo no pensar en los olores (y posibles sabores)?

6 comentarios:

  1. Dios mío! No me imaginaba que este tema pudiera dar tanto de sí?
    Graciar por la clase, magistral...... :D

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  2. ya decía yo que no era gratis la fama que tienen los europeos de no bañarse.

    No me consta que ahora sea un prejuicio.

    Saludos!

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  3. Me gusta tu locuacidad y lo versada que estás. Me alegra mucho!!

    Un bico

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  4. Me recordaste al libro del Perfume, de Patrick Süskind. Ahí describe los olores de mercados y ajjjj... me dan ganas de regresar a casa y meterme a bañar OTRA VEZ.

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  5. GRacias por la clase, muy muy muy interesante. Yo también soy extremadamente susceptible para los olores corporales. Cuando me fui de Interrail con unas amigas lo pasé fatal cuando sólo nos podiamos duchar cada tres días...
    A mí tb me ha recordado al libro "El Perfume"
    Gran Libro!!

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  6. Y te faltó "inodoro" así se le llama por mi pagos al excusado... no hace mucho ví un documental sobre la historia del inodoro, super interesante como este post, nena!
    veo que tenemos dones comunes, porque yo también tengo el don del olfato!
    Ahhh y quedate tranquila que vas a tener regalito de cumple!!! cuándo es??
    Che, que limpitos los sacerdotes egipcios, eh? así da gusto! yo entonces podría haberme casado con uno de esos sin duda!
    Con solo leer lo que sigue me da náuseas... por Dios!!!! qué ascoooooooooooo!!!!
    Y para finalizar con tu final: imposible no pensar en ello...
    En ese documental que ví contaban que en Roma, creo, los baños eran públicos y que había agujeros uno al lado del otro yque la gente se sentaba en la calle a charlar mientras hacían sus necesidades.. puajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj
    Besossss babosos!!!!

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