-Respecto al colchón… eeehhh… venga, que le cuento la historia, le dije yo al de la mudanza.
-Si a mi hablar de historias de colchón cerca del colchón me encanta y lo podría hacer todo el día, si usted quiere, me dijo él muy sonriente mientras me seguía al cuarto.
Yo solamente quería explicarle cómo quería cubrirlo (al colchón, claro) para que no se maltratara ni ensuciara.
Pero este suceso me hizo reflexionar sobre verdaderas historias de colchón. Historias de esas que no se cuentan por egoísmo puro, porque es sólo para ti y con nadie quieres compartir. O de esas que no se pueden dejar de contar por la calidad ilustrativa (y con esto normalmente graciosa) que tienen.
A mi me gusta compartir historias, pero no colchón... bueno, a quién engaño, depende cómo (y qué tan seguido) se de la compartición. Pero en general, soy muy mala.
Mala porque no estoy acostumbrada, porque me da calor, porque quito las cobijas, porque me pongo inquieta en sueños y me muevo como lombriz y al final poco dejo dormir.
Y aunque soy peor recordando historias, soy muy buena recordando momentos. Se me figura que me vienen a la cabeza como los golpes que Batman y Robin daban a los maleantes. En una burbujita encima de mi cabeza (porque dentro ya hay muchas cosas, carajo) y con un BOOM!!! que deja a su paso una imagen fugaz. Imágenes que a su vez dejan tras de si una sonrisa, un suspiro, una risa espontánea y traviesa, una bufada o el levantamiento de una ceja. Casi todos recuerdos que me alegran el corazón de una forma u otra. Aunque ahora que reflexiono, veces nadamás me calientan, a decir verdad...
En la burbuja vienen cosas como cuando me caí de la cama o los quereres por la mañana, la modorra que con nada se espanta, mi amiga que ronca como camión de carga en subida (bien empinada, por cierto), los enredos de piernas y los abrazos que se hacen babosos antes de que salga el sol, los chismes con amigas, los ronquidos soplados, las cosas que vibran, las conversaciones hasta horas inconcebibles para alguien que trabaja al día siguiente muy temprano, las cosquillas, los amores y desamores, las lágrimas en la almohada, los cuentos y tantos libros disfrutados, las novelas imposibles de cerrar, los piojitos, los orgasmos en francés y los sueños que al despertar aparecen entre nubes (y paso más de 10 minutos allí echada tratando de revivir), las caricias en la espalda, las patadas inclementes e inconscientes...
Y dormir. Sobre todo, es un lugar para dormir.
En estos días pasados, mamácaracol llegó con su piyama azul de florecitas rosas, sus calcetines de lana (porque siempre tiene frío en los pies) y con su poder de matriarca se apoderó de mi lado y me mandó a la oscuridad (o al lado donde no hay lámpara, que es lo msimo, pues).
Entre las platicas que tuvimos (verdaderamente geniales y como nunca antes, creo), sus ronquidos (es la edad, que le ha aflojao el paladar, a según), sus patadas y el calor (sumándole el que azotó la costa del Pacífico), dormí poco y lo poco, fatal.
Y llevo dos noches con sus días sin dormir. Nada. De nada. Creo que estoy empezando a ver como Terminator. Ese, que veía todo en tonos rojizos y verdes. O algún otro personaje salvaje que interpretó el Suaztzeñeker, ahora inútil gobernador de toda California.
Hoy ya no tengo mi colchón, que va camino a Monterrey (supongo). A ver cómo me cae el de esta noche.
Creo que quisiera tener alguna pastillita de esas que a veces oigo tanto mencionar. Lástima que no me gusta tomar pastillitas. Y sobre todo que no tenga acceso a ellas ahora, porque ahora, podría sacrificarme.
Hoy, hoy si quisiera compartir mi cama. Sobre todo con alguien bien descansado que no le importe no dormir y me ayude a pasar las horas. Estas horas sin dormir, sola, son duras.
Algún voluntario, porfavó?
Yo una vez tuve un colchón Queen, también, y me pasó como a ti.
ResponderBorraryou got me at "porfavó?"
ResponderBorrarjejeje
saludos.
Mi capacidad de compartir colchón es directamente proporcional a la comodidad que sienta en cercanía de la candidata. Porque a veces me es más facil compartir colchón con un compa borracho oloroso a cerveza Imperial (la cerveza de Costa Rica es....IMPERIAAAAL!!...lalalala!!) que me acompañó en una fiesta, que con una mujer que me acompañó en un amor.
ResponderBorrarYa son años de vivir lejos de casa, lejos de los que quiero, y pues esta independencia está profundamente anexada a mi cama también. Deliciosa, con un super colchón comfortable para el descanso y complice para el placer. Sin embargo hay momentos en que no se lo presto a nadie, momentos en que mi cama es para mí y nada más para mi.
Esto me recuerda una trágica tarde hace poco tiempo, en que a la hora de descansar sentía esas manos y ese cuerpo ajeno tan molesto a mi lado, que de todas formas lo intenté, hasta que no pude más y de la manera más cortés me levanté, preparé un café, y con una excusa patética inventada a la carrera, me libré de un calvario en nada comparado a otros momentos más dichosos que ese colchón ha tenido en sus espaldas (o vientre, que no sé cual será el lado correcto)
En realidad ese colchón es herencia de mi hermano Darío, que me lo cedió al marcharse con mi cuñada. Espero que ahora que vuelve porque las cosas no funcionaron, hallemos la manera de que no lo reclame, que ya me he acostumbrado demasiado a dormir y ser feliz en el.
Y sobre anécdotas de colchones, pues recuerdo uno que tuve durante casi toda mi infancia-adolescencia, y que tenía la curiosísima característica de tenér la forma de mi cuerpo grabada en el, y conforme fui creciendo, esta se fue ensanchando, y nunca hubo manera de acomodarlo sin que el hollo de mis caderas en el se hiciera palpable. Parecía una galleta en su moldecito, como un pingüino de Marinella.
Y pues algo que no debería mencionar, acerca de lo incómodo y difícil que fue quitar las manchas de una menstruación inesperada que cayó en él, pero que al final con el más potente de los líquidos para limpiar alfombras cedió.
De 24 horas al día, paso unas 8 en mi cama. Eso significa que uan tercera parte de mi vida la viviré babeando la almohada, lo que me hace pensar que debería ser aún más agradecido con mi colchoncito.
Y sobre esa oferta de compartir colchón.....es que estás muy lejos!!!
Ánimo mi niña.
ResponderBorrarEs que venimos a este viajecito sin mapa ni instrucciones (y mucho menos con garantía de funcionamiento óptimo).
Mientras no dejes de comer palomitas con mama/papacaracol; aunque sea a través del celular. Volverá la calma después de estos rápidos en el rio. Ya verás.
Un biquiño colchonero
Sin duda te acompañaría en charlas sin colchón (que son mis predilectas pues no soy mucho de colchón por las noches sino más bien muy entrada la madrugada y largo a la mañana) y por otro lado no me cuesta estar despierta... lo sabés.. jejeje... sólo necesito un rico mate.. lástima que esté tan lejos...
ResponderBorrarME encantaron tus historias de colchón! Besotes!!!!!
No soy candidata a compañera por que duermo mucho y me duermo temprano (cansada o no) jejeje feliz viaje a tu colchon!
ResponderBorrarYo te acompañaría........
ResponderBorrar