Yo que no me casé, cuando me salí de casa de los queridos y adorados papáscaracol, compré todo.
Refrigerador, estufa, lavadora, secadora, colchón, cama, buró, cajonera, cesto para la ropa sucia, espejo, cortina para la regadera, comedor (con sillas de diferentes colores), televisión, ventilador, mueble de televisión, tapete para la sala, para el baño, para el cuarto, el maldito futón asesino, la mesa de centro, la mesa esquinera, teléfonos, toallas, focos, escoba, trapeador, cubetas, botes de basura, platos, vasos, hoyas (u ollas, como dicen que se escribe aunque yo digo que debe ser mentira podrida), tupperwares, jarras, cucharones, sartenes, microondas, cucharas, cuchillos, tenedores, cortinas, exprimidor de limón, etc.
Y el papácaracol, tan lindo, me preguntó que por qué no había ahorrado plata en todo el año que estuve en Ensenada.
Yo no tuve boda, querido, le contesté cortésmente queriendo ahorcarlo pero deteniéndome por miedo a que la mamácaracol se indignara ante el asesinato de su marido y dejara de hacerme de comer.
El caso es que lo único que creo me faltaba, era un tostador.
Y es que esperaba yo ir “al otro lado” (o sea, U.S.of A) para comprar uno barato pero pasaron las cosas que pasaron y terminé sin tostador.
Hasta el fin de semana pasado.
El pan tostado -Bimbo de preferencia, y blanco también de preferencia- es riquísimo. Sale tostadito y aún caliente, se le embarra mantequilla para que se derrita y se absorba, entonces la rebanada se ve brillosita y huele espectacular.
Se pone en una servilleta y te lo llevas pal camino. O te lo comes parada apoyada en la barra de la cocina. Con limonada se acompaña mejor (yo me pregunto porqué nomás se toma jugo de naranja en la mañana).
Hay que recordar sacudirse las migajas que aterrizan con animo de quedarse sobre el amplio y sobresaliente pecho de uno.
Extrañaba el pan tostado en las mañanas.
Pero… ¡Ya no! ¡Nunca más!
Me regalaron un tostador plateado que brilla bien bonito y aparte tiene opciones para descongelar waffles o tostar bagles (o como se escriba pero son esas donitas de puro trigo bien duras que saben ricas con queso Filadelfia embarrado y pedacitos de fruta encima).
