sábado, julio 26, 2008

Punto.

Estoy en mi casa, desparramada en la cama, semidesnuda (bueno, a decir verdá, más que eso (si yo estoy muy a favor de la desnudez (y es que cómo no, si así nacimos (es natural) y cómo soportar traer algo todo el rato tapandote de todo lo que hay))), tomando una dosequis (cerveza de elección (en segundo lugar después de la Indio (pero es que es más cara))), comiendo papitas con dip (hecho por mamácaracol) y cacahuates, viendo CSI en mi computadora y bajando otros capítulos que me he perdido por falta de Cablevisión (la obsesión con el trabajo me llevó a escribir en el espacio buscador CSI Las Vacas (en vez de Las Vegas), lo juro).

Este fin de semana decidí quedarme en Saltillo para descansar como es debido, porque en Monterrey es imposible (allá si tengo mucha vida social y familiar). Sólo me falta echarme una siesta a deshora, no salir del departamento y no bañarme mañana para cumplirlo.

Esto de trabajar entre 10 y 12 horas (todavía no sé exactamente en qué) es cansado, especialmente porque es muy físico y aparte la cabeza me está dando vueltas todo el santodía (por no saber todavía exactamente en qué trabajo, creo yo).

Hay días duros en que me frustro porque se me muere otro animalitodelacreación (aunque sé que no es mi culpa, son resultados del mal manejo de meses que se les ha dado (y que yo he venido a arreglar (en teoría))), porque los hombres machistas a mi cargo no me hacen caso, por que hay resultados negativos a mis decisiones y estos hombres machistas a mi cargo parecen disfrutar restregándomelo en la cara, por que hay muchas cosas que desconozco y parece que no me alcanza el tiempo para aprenderlas.

Pero hay otros días magníficos en los que nada se muere (y a nadie quiero yo matar), que se comprueba que mis decisiones fueron correctas, que los hombres machistas a mi cargo me dicen cosas que me purifican (de hacer puré) el corazón (como que soy miel en penca (que todavía no sé qué quiere decir exactamente)) o me hacen carcajearme con su gran y sencillo sentido del humor, o me hacen caso a lo que les digo, o porque descubro una nueva cualidad en uno de ellos y se las digo y se ponen rojos como tomates, o porque también los hago reír, o porque algo de lo que he aprendido últimamente puede ser puesto en práctica (aunque sea sólo para presumir que lo sé (como que los rumiantes no tienen un estómago sino uno dividido en cuatro (el rumen, el retículo, el omaso y el abomaso), que el vinagre sirve para desintoxicar, que los borregos estornudan por parásitos que se les meten en la nariz, o que una gallina puede reconocer hasta a otras 50 (algo así como “hola, prima! Hola hermana!” (pero digamos, x 25 cada una)))).

Hay días especiales en los que al final me siento en un bloque de cemento (es el asiento en mi oficina improvisada) en medio de un campo que ahora se ve muy verde que te quiero verde (es por las lluvias benditas que han caído recientemente), con el aire soplando suavemente y alborotándome el pelo (que me hace cosquillas en la cara), el sol calentándome la piel (y tostándome), el olor a tierra y a verde y a cielo azul penetrando todos mis poros, y me siento, literalmente, rebozar.

Esos días, a la hora de dejar el trabajo, me subo en mi carrito (que es rojo) y pongo el volumen de la música muy alto y canto increíblemente fuerte y desentonada, y sonrío y saludo a los demás conductores y hago como que el volante es una guitarra y el pedal del acelerador es el pedal de una batería (solamente en las bajadas en las que no tengo que acelerar). Esos días el ardor de cansancio en mis ojos, el olor a sudor de mi piel y la mugre en la ropa y la que arrastro en las botas por la entrada de mi casa me llenan de una profunda satisfacción y en momentos siento una extraña emoción que me retumba en el pecho y como la loca tengo que reírme y aplaudir.

Sonrío. No me puedo quitar la sonrisa de la boca.

Hoy fue uno de esos días.

De esto se trata la vida, ¿no?

Ahora, a echarle ganas para que siempre sea así.

Hoy (que también fue día de paréntesis (que me encantan) escritos), no puede ser un paréntesis en mi ahora.

Quiero un punto y seguido. Para siempre.

(Hasta que toque punto final.)

7 comentarios:

  1. Mejor puntos suspensivos... Digo, pa'ke continúe.
    Besos para tí, smart-almost-naked-girl!!

    ResponderBorrar
  2. Lo importente, dicen por estos lares, es no hacer nada y luego descansar. Con más razón es importante descansar si haces mucho; aunque no sepas muy bien el/lo que...

    [Sobre eso de "un poco más" que semidesnuda...ejem, ya nos lo explicarás en otro post, vale?]

    Biquiños transoceánicos

    ResponderBorrar
  3. Yo también apoyo la desnudez y la cerveza...

    Me da gusto leer tu post, después de aquél (drámatico) donde te echaban de tu otro trabajo.

    Saludos!!

    ResponderBorrar
  4. así da gusto que seas agrónoma.. qué vida tan hermosa tienes! Pon foto en el post de tu desnudez para que nos ilustremos mas no?

    ResponderBorrar
  5. Así son las cosa, cariño: el trabajo no lo es todo, pero es una gran parte de nuestra vida.
    Ahí nos reconocemos a nosotras mismas... Y luego, ese bendito descanso.
    Disfruta de ti misma VIVA.
    Un beso.

    ResponderBorrar
  6. Aquí hace mucho calor, estoy como tú en la cama, pero quitando el "semi".
    Me daría mucha pena ver cómo mueren los animalitos, y a veces ma dan ganas de "matar" a algún machista de esos que hablas.
    No sabía que eran tan listas las gallinas, tienen más memoria que yo.
    Caracol, nunca te quites la sonrisa de la boca.
    Muchos besos.

    Por cierto, tengo agujas de hacer punto por toda la casa y otra llevo en el bolso, para cuando me pica la escayola, con este calor es terrible.

    ResponderBorrar
  7. Aaaah que rico !!!

    Estoy de acuerdo con dorn !!!

    ResponderBorrar