En el verano del 2003 tuve un accidente (por ser un episodio accidentado nadamás, sin tanto drama) que me dejó medio doblada por casi dos semanas. Medio doblada porque no podía enderezarme del todo. Según el doctor, la combinación de cargar cosas pesadas (en este caso, la mochila) y andar preocupada (mi familia pasaba por una época muy difícil), causó que se me anudaran los nervios/musculos de la cintura. Cuando los preciosos reposaron y se desinflamaron, dejé de ser la mujer Cro-magnon y volví a caminar con mi cuerpo (casi) 100% recto.
Ahora, no recuerdo exactamente qué cosas pesadas he cargado (a lo mejor serán ciertos remordimientos junto con las cajas de archivos y libros de nuestra mudanza de oficina la semana pasada), pero definitivamente he andado preocupada.
El caso es que vuelvo a tener algunos nervios/musculos inflamados, la espalda se me ha intrincado y no puedo estar sentada ni parada, me da un ansia extraña caminar y la única posición que aguanto más de una hora es la de horizontaldeladito.
El doctor me dio unas pastillas que relajan y ahuyentan el dolor (se supone) pero que nadamás me dieron sueño. Me sigue doliendo la espalda y el tedio de la televisión me ha hecho distraerme en mis relfexiones.
Reflexiones sobre mis preocupaciones. Las conclusiones a las que llego no son muy agradables ni alentadoras, pero seguro que son realistas... a veces me estanco con un problema real y me voy en espiral juntando todos los demás (que en otras circunstancias parecerían de mentiritas) directito a un vaso de agua donde me ahogo y con toda la intención, cabe recalcar.
Parece ser que tengo la fortaleza emocional del queso cottage. Quiero pensar que es solamente cuando rondo aquellos dias del mes que me hacen susceptible a cualquier eventualidad, pero dudo. A veces parece que soy capaz de soportar nada y me derrumbo ante cualquier provocación desagradable que viene y me sorprende cuando me toca en el hombro.
Hoy tengo anudada la espalda y la garganta. Quiero llorar porque me duele fisicamente y quiero llorar porque me duele más mental y emocionalmente.
Sólo quiero un abrazo... aunque un masaje tampoco me caería mal.
Como podrás darte cuenta estoy protagonizando mi papel de “asiduo lector” y, por lo tanto, entro al quite para hablar de dolores de espalda y sus dilemas (pero no por hablar de dolores de espalda, que es el tema principal de este comentario, tengo que dejar de hablar de otros temas como por ejemplo los abrazos. Como mencionaba en mi comentario de tu artículo anterior la belleza de los paréntesis radica en la libertad que nos brindan para comentar lo que queramos en medio de un mar de palabras que quizá no tengan relación, todo esto sin soltarse unas de las otras…abrazándose. Además, si te fijas, físicamente los paréntesis parecen brazos que abrazan (valga la redundancia) las palabras (vistos desde una posición azimutal (ver DRALE o en su defecto wikipedia)). Entre más sean las palabras que están entre los paréntesis más grande es el abrazo. En este caso, como podrás observar, el abrazo es bastante grande. Además que este contiene varios subabrazos (como fórmula de excel) de menor tamaño, pero no por ello de menor ímpetu). Cerrando paréntesis (o abrazos literarios) y volviendo al tema principal de este comentario (el dolor de espalda) entiendo que hoy te sientas desganada; después de todo, el dolor de espalda no es precisamente un paseo en montaña rusa, sino la consecuencia. Ahora que lo pienso, el dolor de espalda frecuentemente es la consecuencia de hacer algo que nos gusta. A mí últimamente me ha pasado con una de mis grandes pasiones: el futbol. Así que la pregunta es ¿que hiciste que te gusta tanto?
ResponderBorrarPor cierto, ¿de donde saca su fortaleza el queso cottage?
Ánimo y un abrazo,