Hoy fui a uno de mis lugares favoritos en Ensenada. Todavía no hay muchos, pero los que he descubierto, son verdaderamente grandes.
Por fuera es un edifico grande color chocolate oscuro con ventanas chiquitas protegidas por barrotes delgados y poco adornados. En la parte de enfrente hay piedras calizas que resaltan lo increíble que es la entrada en arco con su puerta de fortaleza en madera gruesa y oscura.
Es una mueblería cuyo nombre nunca he logrado entender cuando lo veo escrito en la extraña caligrafía impresa en alguna etiqueta colgando de un candelabro o del descansa brazo de alguna silla.
Antes de eso era una casa donde gente talvez nacía, vivía, crecía, amaba, odiaba y a lo mejor también moría. Y después fue un hotel. Al menos lo deduzco por la forma en que tomó el interior de este edificio en sus cuartos y pasillos.
Ahora venden muebles rústicos, cuadros, adornos, fuentes, velas y macetas. Casi todo es de madera y hierro forjado. Todo tiene un aire a antiguo y mexicano.
Algunos muebles tienen piel, son viejos o se hacen parecer viejos para el gusto del mercado. En su mayoría son gringos de dinero que vienen a poblar los alrededores en busca de mejor clima y probablemente, una vida más barata para que les alcance su jubilación.
Todo me parece a algo. Hay mesas esquineras gruesas que parecen hechas de restos de puertas viejas. Hay candiles de hierro que parece oxidado con vidrio rojo carmesí que parece de sangre cuando brilla la luz debajo. Hay pinturas de indias morenas con trenzas largas y ojos negros que se cubren con rebozos coloridos o que cargan en sus cabezas canastos llenos de flores que parecen hacer arco iris. Hay velas de colores oscuros que parecen tan altas como yo y que reposan en bases cuadradas metálicas que parece ni 3 hombres podrían cargar. Hay camas enormes y suntuosas que parece podrían haber sido hechas para gente que no es como la mayoría, como nosotros los mortales. Como yo.
Cuando voy nunca me preguntan si se me ofrece algo. No tengo facha de poder comprar nada allí, seguro. Pero ahora un señor que me reconoció preguntó cómo estaba. Y yo con mi sonrisa tímida de a veces le respondí que mejor que nunca.
Y es que así me siento. Fascinada en esa casa callada llena de historia y de errores e improvisados arquitectónicos. Recovecos incomprensibles, espacios que parecen sobrar, remates hechos en apuro al tiempo que iban metiendo tuberías y dejando que entrara a vivir la electricidad.
Los pisos de tablones crujen deliciosamente con cada paso y los techos tienen vigas enormes atravesadas que sostienen los tablones de las habitaciones de arriba. Las paredes increíblemente gruesas se ven tan viejas con sus cicatrices de clavos y con trozos cayéndose que revelan los ladrillos con que fueron construidas.
Hay una oscuridad profunda en algunos cuartos que poco deja ver los muebles pero que por lo mismo lo que alcanza a verse parece mágico. Los pisos también son de adoquín y en algunas partes de tablas delgadas pintadas de un verde ya desgastado que me encanta. Hay un patio trasero con una alberca de agua cristalina y rodeado de casa y barda tambaleante y palmeras y macetas.
Esta llena de arcos y techos altos y chaparros. Tiene un patio interior con una fuente enorme y que está envuelto en corredores y unos barandales detallados a mano y otros toscos unidos con tiras de cuero. El piso tiene cierta inclinación y los escalones nunca tienen la misma altura que el anterior. Hay cuartos que son enormes y otros que apenas guardan un par de muebles. Hay puertas y más puertas, que dan a los balcones o de cuarto a cuarto o a lo que fuera un baño o a los corredores interiores. Hay ventanas interiores tan grandes como las exteriores son pequeñas.
Yo camino despacio, como si visitara la casa de alguien a quien tengo poco de conocer. Veo todo, piso con cuidado y paso mesas enormes y toco puertas con la punta de un dedo. Paso el sillón o un lavabo en madera con un platón forjado, petates enormes colgando de la pared o una imitación de una de las mujeres de Botero con sus carnes generosas decorando un lienzo y observando con sus ojos pequeños un librero de madera apolillada.
En el segundo piso me detengo a ver los pedazos de cuero viejo y de hojalata que cubren los huecos entre tablones que quedaron muy anchos o los ojos que se soltaron con el tiempo y los miles de pasos que anduvieron el lugar.
El incienso que queman abajo traspasa el suelo y se ve reflejado contra la luz de un ventanal y me hace detenerme en mi recorrido y estornudar. Pero si avanzo entre los cuartos, el olor a pasado que me gusta tanto es lo único que encuentro.
Vengo y voy sin orden y sin que la prisa me corretee. Veo y reveo, rozo y acaricio discretamente. Es increíble y me siento tranquila y al mismo tiempo burbujeante de energía y curiosidad.
Cuando salgo por esa puerta enorme siempre me doy cuenta que siempre suspiro y sé que es porque quisiera quedarme más.
¿Me dejarían quedarme a vivir? O a lo mejor pasar un fin de semana en una de esas camas por venderse que nunca le irían bien a mi forma sencilla.
Es la mejor tienda que he conocido donde nunca he comprado nada y probablemente nunca lo haga.
Por lo pronto, no me queda más que seguir visitando y esperar encontrar más lugares igual de extraordinarios como este.
"Es la mejor tienda que he conocido donde nunca he comprado nada y probablemente nunca lo haga"
ResponderBorrarSUELE PASAR....
Ya se de donde hablas!!
ResponderBorrarQue rico lugar describes, hazte amiga del dueño y que te cuente las historias de los objetos que son verdaderamente viejos y no sólo lo parecen para que los gringos que se los llevan sientan que compraron un pedazo de historia.
ResponderBorrarVaya!, yo copié la misma frase de Veca. Parece que hoy todo el mundo se me adelanta.
ResponderBorrarBiquiños
pues informanos de esos lugares maravillosos :)
ResponderBorrarun saludo
Tienes que hacer el meme......
ResponderBorrarVeca y Chousa: en el único otro lugar que me pasa son en los restaurantes de buffete "todo lo que puedas comer".
ResponderBorrarkyra: por qué sabes??? dime dónde estaaaaaaaaaas!!!
lorien: pensaré seriamente lo que me dices jajaja
miguelo: otro es mi casa, principalmente por mi cama... ay mantendré al tanto si encuentro otros.
saludos!
que bella descripción, me imaginé todo!! toma una foto anda, me encantaría ver ese lugar....
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