martes, noviembre 27, 2007

juat an aaaaaaaassssszzzz

(Traducción literal del título de este post: diosmio diossanto, que trasero tan más bueno)

*Con algunos segundos de retraso, esto se ha intentado escribir en tiempo real…

Viene llegando uno de nuestros proveedores. Un colega, Ing. Agrónomo. Produce ejote francés, calabacitas, tomates cherry, entre otras cosas. También produce suspiros y sudoración axilar (ya lo seeeee, desagradable) en mi. Es la primera vez que lo veo. Lo había oído hablar a través del radio durante meses.

Trae sus jeans azules, agradable y ajustadamente justos. Una gorra de algún equipo gringo de baseball le tapa los ojos y lleva una barba de varios días cubriéndole la cara (de mis favoritas). Su nariz, atractivamente chueca, se ve irritada, tiene un color rojito. Parece que tiene... gripa (confirmado).

Sin embargo, no deja de verse bien, de verse totalmente antojable… acomoda su largo cuerpo en una silla y lo veo de perfil, sus brazos alcanzan sus pies puestos a cada lado del bajo asiento, se rasca un tobillo despacio y despistadamente. Sonríe mientras habla con una voz deliciosamente grave (esta bien, también un poco mormada) con su interlocutor.

Con esa postura, se le levanta ligeramente la camisa por detrás, me enseña (sin querer, obviamente) su ropa interior, unos boxers de rayitas coloridas.

Veo su espalda ancha que se va volviendo angosta mientras se acerca a esos boxers tan simpáticos que me corta un poco la-respiración-y-me-hace-pensar-cosas-que-me-hacen-reir-no-tan-discretamente-como idiota aquí en mi esquinita (¡no se te olvide respirar!). Se me sube el color, lo sé porque siento calientes mis cachetes, se me ponen rojas hasta las orejas, seguro.

Le echo una mirada a la asistente, y le levanto las cejas hasta la línea de mi pelo mientras me muerdo el labio sugestivamente. La asistente se ríe, también no tan discretamente, pero el agricultor y mi jefe siguen hablando, intercambiando firmas, comentando sobre las crueldades con el cuerpo humano de los cambios climáticos.

Se pone de pie despacio y empieza a despedirse. Yo no me decido si quiero que se quede más tiempo o quiero que se vaya con su bicho gripiento para que no me lo pegue, que ando susceptible... quesequede, quesequede, quesequede, quesequede...

Antes de salir, voltea hacia mi (sigo en mi insignificante esquina), me sonríe ampliamente, con todo y nariz congestionada, levanta su enorme mano y me dice “nos vemos, con permiso”. Yo, levanto mi propia mano varias tallas menor (y ya es decir mucho, que estoy grandota de todos lados), la muevo ligeramente para los lados, (pensando "pero, cosita hermosa, ¿cómo que ya te vas, queridísimo nalgón?") y le regalo mi mejor sonrisa ladeada. Estoy segura que levanté mi ceja izquierda. Mañosa caraja... la ceja, no yo, claro

dioooooooooooos…


4 comentarios:

  1. Como pretendes que te escriba algo si te la pasas hablando de hombres sudoroados barbnes nalgones, que pedo jajajaa todo lo que me falta menos el sudor, gracias a dios a mi me vesn en tanga todos los dias. Con eso debe de bastar tu dia

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  2. barbnes? no se que es eso, cuentame!
    y si, tengo la bendición de verte practicamente desnudo a diario, sue-e-eeertuda yoooooo! pero no... NO me basta, quiero MAAAAAAAAAS!!!!!!! buaaaaaaajajajaaaa! =)

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  3. dioooos d mi vida,quiero conocer al barbon!! tómale fotos infraganti y subelas al blog, o mejor aún, traelo a monterrey y aqui lo entretenemos, jajajjajajaja
    -n-

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  4. oyesss que resulta que está casado... ya ves, dicen que los hombres son como los escusados... los buenos están ocupados y los otros están llenos de mieeeeerda.
    saludos, desconocida "-n-".

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