viernes, noviembre 02, 2007

La llorona

Sin ser leyenda mexicana, lo admito. Me declaro abiertamente una llorona empedernida. Si hubiera una profesión de llorona, podría dedicarme a ella 100% y vivir comodamente e incluso ahorrar para una jubilación temprana.

Lástima que las lloronas para los entierros ya pasaron de moda por estos rumbos...
Creo que mis canalículos necesitan drenar más de lo normal, aunque he notado que el izquierdo más que el derecho... defecto de fábrica.

Lloro en las películas, con los libros, con los anuncios en la tele de las paraolimpiadas y de Coca-cola en el mundial de futbol. Lloro de felicidad, de la risa, de dolor, de tristeza, de compasión, por frustración, de coraje y cuando bostezo. También lloro porquesí.

Muchas veces lloro para dentro, otras a rienda suelta, sin importar quién me vea, quién se entere. Cuando son por problemas personales, me escondo... aunque en todos los casos, llega a ser vergonzoso, especialmente cuando empiezo a moquear y no puedo disimular.

Ultimamente...
He llorado cuando me ha detenido un tránsito por no hacer alto total, y de la pena me ha dejado ir sin multa.
He llorado cuando me llamó mi papá-caracol y me dijo que me echa tanto de menos, y me pone a oir por el celular una canción, dedicada, que habla de lo mucho que me quiere...
He llorado por haber perdido un vuelo a mi ciudad natal (sin culpa alguna mia, maldita VivaAerobus!!) y haber tenido que comprar otro vuelo (carísimo) y esperar 6 horas en el aeropuerto.
He llorado de frustración por problemas en el trabajo.
He llorado cuando me he sentido muy sola en esta ciudad llena de desconocidos.
He llorado por otros nuevos muertos en mi familia.
He llorado por que mamá-caracol se ha ofrecido a prestarme dinero que apenas tiene.
He llorado por un chiste comiquísimo que alguien me envió.
He llorado gracias a un post de un blog que descubría hace poco.
También he llorado, por segunda vez, gracias a una repetición de un capítulo de CSI (¡¡¡¡¡siiii!!!! ¡por dios!).

Pero para llorar se necesita prudencia, que hay lugares para llorar, y hay lugares donde nunca jamás se debe hacer... no soy muy prudente, a veces.

Cuando se llora con sentimiento, de ese que va acompañado de mocos, resoplos , aullidos entre cortados y suspiros, una alberca durante un "entrenamiento" (es que no tenía muchas ganas de nadar) no es un lugar sano, a menos que se tenga planeado el suicidio por ahogamiento.

Los goggles se te empañan, los mocos no respetan y salen desmedidos siguiendote por los 25 metros hasta que llegas a la orilla y puedes pausar para quitarlos (iuuuwww).
Los resoplos hacen muchas burbujas y no dejan ver, y los suspiros son lo peor, porque interrumpen el ritmo de la respiración y todo se enreda.

Tragué tantísima agua ayer...

http://youtube.com/watch?v=GmzohKZCDs0

1 comentario:

  1. jajaja... bueno, debo decir que parecía estar leyéndome... yo también soy muy llorona!!!
    Te dejo un beso, volveré a seguir leyendo!

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